Tareas pendientes

Tareas pendientes

Después de una larguísima y costosísima campaña electoral, en donde la utilización de recursos públicos fue más que evidente, se ha concluido con la elección de un nuevo Presidente de la República, momento propicio para repasar tareas que desde hace tiempo se encuentran pendientes.

Es impostergable el que se acorte de manera drástica la duración de la campaña electoral; ningún país puede concentrarse en los temas verdaderamente importantes, en  medio de un laborantismo y un activismo político que nunca termina. El período de transición entre la elección y la toma de posesión, es innecesariamente largo, y se presta para hacer  de todo, treinta días serían más que suficientes.

Nuestros partidos políticos se han convertido en uno de los principales problemas del país.  Son costosos, prepotentes, insaciables y obsoletos.   Existiendo además el riesgo de que entremos en un período de partidocracia dinástica.

Por esa razón, debe ser aprobada sin más dilación la famosa Ley de Partidos Políticos, que en alguna gaveta del Congreso debe estar llena de polvo.

Los políticos dominicanos son una clase poderosa e intocable, un colectivo en donde impera la impunidad y el descaro; pienso que necesitamos políticos distintos, otro tipo de gobernantes, que acepten la transparencia y la rendición de cuentas como la norma, y no como una excepción para casos de emergencia.

El sector privado ha pagado sus errores y un buen número de sus representantes, purga  condena en la cárcel.  Sin embargo, la  acción pública no ha movido un dedo, para investigar hechos que a ojos vista tienen la turbiedad de lo doloso, corroborando los mencionados en esos actos,  por su costoso estilo de vida las acusaciones que se le hacen.

La corrupción es un cáncer que corroe las entrañas de la nación, drenando una enorme cantidad de recursos que podrían destinarse a paliar las innumerables necesidades de la población.  Esperamos que la promesa de Danilo Medina de no tolerar este flagelo se cumpla.

Pienso que somos indiferentes y permisivos, como en otros lugares deberíamos indignarnos y exigir que todos cumplan con las leyes que norman  nuestras vidas. Sólo cuando tengamos instituciones fuertes, integradas por hombres  y mujeres probos y responsables, la justicia podrá ser una realidad,  eso no ocurrirá si la sociedad civil no se organiza, y más que pedirlo, lo impone.

Creo que el anhelo de todos los que habitamos este pedazo de isla es tener un país gobernado con sensatez, sentido de responsabilidad y sentido de rumbo, en donde se combata tanto la evasión de impuestos como la corrupción de cualquier género, en donde no haya vacas sagradas, y tengamos fiscales y jueces que investiguen y condenen a todo aquel que viole la Ley.

Todos debemos aunar esfuerzos para sacar a la nación de los vergonzosos puestos que ocupa en los “rankings“ internacionales de educación, manejo de recursos públicos y seguridad ciudadana.

Más que líderes mesiánicos y soñadores, necesitamos equipos de gobierno con gran capacidad, profundo compromiso social y acrisolada honestidad.  Esperamos que Danilo no defraude al país.

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