Tarja en honor a Manuel Rueda

Tarja en honor a Manuel Rueda

Con la finalidad de honrar la memoria del fenecido artista y escritor Manuel Rueda, directivos de la Fundación Corripio y autoridades del Ayuntamiento del Distrito Nacional develizaron una tarja en su honor en la avenida Rómulo Betancourt, esquina antigua calle 8, en el sector Bella Vista.

La ceremonia fue presidida por José Luis Corripio Estrada, vicepresidente de la Fundación Corripio; Jacinto Gimbernard, director ejecutivo; José Alcántara Almánzar, asesor; ejecutivos del Grupo Corripio y otras personalidades.

José Alcántara Almánzar pronunció las palabras centrales en las que habló ampliamente sobre el fallecido escritor.

“Manuel Rueda es una de las figuras más altas de la cultura dominicana del siglo XX. Ningún otro artista abarcó tantas áreas en la música y las letras nacionales. Nació en 1921 en la lejana provincia de Monte Cristi y llegó a Santo Domingo cuando era todavía un muchacho ilusionado con sus estudios de música, que en plena adolescencia le llevaron a permanecer muchos años en Chile”, dijo.

Expresó que Chile fue para Manuel Rueda una segunda patria, donde se perfeccionó como músico y se desarrolló como escritor, en un estimulante ambiente literario en el que sobresalían Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro.

“Nuestro músico y poeta, desde su regreso definitivo al país a la edad de 30 años, fue una especie de viajero inmóvil, inmerso en la creación literaria. Destaca su interpretación pianística y la labor pedagógica en el Conservatorio Nacional de Música, del que fuera director durante casi 20 años. Rueda fue un escritor ecuménico que prácticamente abarcó con profundidad y brillantez”, dijo.

Expusó que “en los últimos 20 años de su vida, Manuel Rueda fue autor de obras indispensables como Adivinanzas dominicanas y Papeles de Sara y otros relatos; fue también un dramaturgo de larga presencia escénica a partir de 1957, con La Trinitaria Blanca; su obra siguió creciendo a lo largo de los años, mientras hacía más esporádicas sus presentaciones musicales en los escenarios nacionales y extranjeros”.

Concluyó diciendo que con “la desaparición de Manuel Rueda, el inmenso artista e inolvidable amigo fallecido el 20 de diciembre de 1999, finalizó una época en la literatura y arte de la República Dominicana, pero su obra quedará como indispensable legado y desafiante modelo para las nuevas generaciones de escritores”.

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