Tarsán Faré, Leonel y el efecto mariposa

Tarsán Faré, Leonel y el efecto mariposa

Siendo yo niño fue a San Francisco un personaje de circo de apellido Faré, fanfarron y argentino, dicho sin redundancia. Se hacía llamar Tarsán Faré, un tipo forzudo, Che, que levantaba pesos descomunales y que soportaba que por una tabla sobre su vientre pasasen las ruedas de un camión de volteo.

Este individuo se colocaba un lazo con argolla en cada brazo, diez hombres halando de cada lado. Primero hacía fuerza en un sentido, echando por tierra los diez de un lado y luego halaba para en sentido contrario y derribaba a los otros diez. Hábilmente, lo que Faré hacía era sumar su fuerza a unos o a otros.

Pienso en Leonel y la gobernabilidad. Reparo en las muchas oportunidades que dejan pasar este gobernante y muchos de los que con él ejercen algún tipo de autoridad: Pocas veces intentan sumar las fuerzas de tanta buena gente que ya quisieran que los convocasen para aunar sus esfuerzos con las tantas causas pendientes en este país.

La “Teoría del Caos” tiene un postulado base: “Un aleteo de mariposa en oriente puede desatar una tormenta en occidente”. Implica que si dos fuerzas están en perfecto equilibrio, la acción de una tercera, por pequeña que sea, inclina la balanza hacia un lado. El Presidente (ni nadie) está obligado a lo imposible, ni tiene que suicidarse cada día enfrentando imprudentemente los poderes establecidos. Pero no la historia, sino Dios, un día le preguntará qué hizo cuantas veces tuvo la oportunidad de inclinar hacia el bien la balanza de su gobierno. Los políticos, en general, deben plantearse continuamente esa cuestión. Preguntarse cuántas veces contribuyeron a hundir el país: Con un pacto infame en el Palacio de los Deportes, con una agresión a la Liga Municipal, con un cambio fatal a la Constitución que repuso la reelección, con la violación consuetudinaria de una ley o la diaria burla a principios administrativos y normas de la carrera civil o militar. Las veces que, cuales Judas, han puesto viles intereses por encima de Dios  y la Patria. Porque son innumerables y de cada día las ocasiones en que un simple sí, un oportuno no, un manotazo viril sobre una mesa de discusión, son todo el aleteo necesario para remover el aire que desesperadamente necesita nuestro país para iniciar el proceso de reponerse y moverse hacia un mejor destino.

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