Tatuajes en el alma y en el cuerpo

Tatuajes en el alma y en el cuerpo

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Por qué dice usted pertenecer a la escuela de Karl Popper?  Creo que ese hombre nació a comienzos del siglo XX; leí que emigró a Nueva Zelandia durante la Segunda Guerra Mundial; era muy conocido en Viena, en Londres, pero no en Budapest o en Praga.  – No quiero decir que fui su discípulo directo, que escuché sus cátedras en London School of Economics. 

Nada de eso.  Pero ocurre que Popper descubrió los “orígenes filosóficos comunes” del fascismo y del comunismo.  Tan pronto supe que este hombre detestaba la superficialidad de las tertulias literarias de café, simpaticé con él instantáneamente.  En Viena había muchos farsantes literarios; en Budapest eran más serios, responsables, rigurosos.  En la época en que Popper era un jovencito la capital de Austria estaba llena de impostores intelectuales, de lo que él llamaba “fabricantes de ideologías”.  Decía que la mayor parte de los académicos hablaba entonces de una “sociedad abstracta”.  El problema, a su juicio, comenzó con Platón; pero se agravó con Hegel y Marx.  Se puso de moda afirmar proposiciones sin relación con lo real. Luego pretendieron que esas afirmaciones gratuitas fueran “leyes de la historia”.

 –  Las ideologías exoneran al hombre común de la tarea de pensar.  Eso repetía Popper.   Para uso de las masas se acuñaron “formulas rituales” dotadas de “un aire vagamente científico”.  La deshonestidad de los dirigentes de los partidos es producto de la deshonestidad de esos seudos – pensadores.  La corrupción que reina en la actualidad procede de esta torcida “manera de ver el mundo”; aunque sería más justo decir “buena parte de la corrupción”, puesto que una porción considerable de ella nos llega a causa de la desastrosa organización del mercado.  Las aberraciones intelectuales condujeron, en Europa, a que los bolcheviques asesinaran a la gente por “razón de clase”  y los nazis por “razón de raza”.  Y lo hacían convencidos de que eran científicos, modernos, progresistas, redentores de los oprimidos. 

–  ¿No cree usted que todo eso es muy complicado?  ¿Cómo van los jóvenes a asimilar esas ideas? –  ¡Oh, del mismo modo que lo hacíamos nosotros!  Nos enviaban todos los días a la escuela.  No nos gustaba; pero teníamos que ir y entregar los deberes cada semana.  Daba trabajo aprender las lecciones, por su complicación en primer lugar; pero además, porque eran obligatorias; los padres y maestros actuaban conjuntamente en las tareas de la educación.  – Doctor Ubrique, muchos de esos jóvenes no respetan padres ni maestros, ni símbolos religiosos o nacionales.  Solo pueden ser influidos a través de la publicidad masiva del cine, la televisión, los espectáculos musicales.  –  ¿Cuáles valores aprecian?  Todos los grupos humanos “segregan” una tabla de valores o estimaciones;  y esos valores los organizan jerárquicamente, pues unos van primero y otros van después.  ¿Qué clase de asuntos estiman primariamente?  –  Tal vez para ellos lo primero sea el cuerpo; lucir bien es esencial.  – Siempre ha sido así; en todas las épocas a hombres y mujeres les ha gustado embellecerse, acicalarse, emperifollarse. – Es cierto, pero ahora la gente se blanquea los dientes, se bate el pelo, se decora con pasadores  y dijes las orejas, la nariz, los párpados, la lengua; a veces los órganos sexuales.

– En el siglo XVIII los hombres usaban pelucas empolvadas, camisas con vuelos y puños de encaje, larguisímas casacas de brocado.  Ahora van casi desnudos.  Las camisetas, las prendas rotas, las sandalias, son la indumentaria predilecta de los jóvenes. Doctor, la ropa se coloca sobre el cuerpo; pero no es el cuerpo.  He dicho que lo primero es el cuerpo, no la ropa.  ¿Ha visto cuántos de estos jóvenes llevan tatuajes?  El tatuaje está diseñado para el cuerpo desnudo; la ropa lo que hace es ocultar el tatuaje.  Seguramente usted no ha ido nunca a un spa.  Los placeres del cuerpo son el eje de este nuevo hedonismo.      – ¿Por qué nuevo?  ¿No es esa palabra una expresión griega?  ¿En qué consistía la doctrina de Epicuro? – El epicureismo antiguo incluía el placer que se deriva del “cultivo del espíritu”, del refinamiento de la sensibilidad, y, además, “la práctica de la virtud”.  El hedonismo actual es irresponsable, egoísta, en ocasiones bestial.

 – Nos hemos alejado demasiado del tema central: mi adhesión a las doctrinas de Karl Popper.  Él logró vivir muchos años.  Es un anciano que pudo ver numerosos cambios en las sociedades europeas.  Le preocupa el crecimiento de la información disponible para el hombre de hoy, sin que exista la capacidad ni los instrumentos intelectuales para procesarla u ordenarla.  También deplora la “fragmentación del conocimiento”.  Ya no podemos pensar de una manera general; somos aplastados por los saberes de los especialistas.  Popper fue un muchacho que disfrutó de un hogar de burgueses cultos.  Su padre, un abogado con éxito, acumuló una biblioteca de diez mil volúmenes; y su madre, música notable, despertó en su hijo el interés por el arte.  Popper creció en un hogar afortunado.  Pero las dos guerras mundiales trastornaron ese mundo de cristal. Los dos amigos dejaron de hablar al ver a un hombre muy flaco que daba de comer a las palomas.  Las aves revoloteaban, en grupos compactos, sobre la estatua del gobernador Ovando.  Santo Domingo, R. D., 1993.

henriquezcaolo@hotmail.com

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