¿Te están lavando el cerebro?

¿Te están lavando el cerebro?

De la manera como el médico hace un “lavado de estómago”, se construye la metáfora del “lavado cerebral”, en el sentido de sacar y meter ideas en la mente, sin permiso consciente del individuo.

Ese recurso permitió a Jim Jones conducir dócilmente al suicidio a cerca de mil personas en Guyana en 1978, y es la explicación de cómo los nazis tomaban prisioneros gringos y los convertían en fervorosos seguidores de Hitler (1943). Esa podría ser también la raíz del “voto duro” que sostiene los partidos del sistema, e incluso podría explicar la manera como la democracia deja de serlo para convertirse en pura manipulación.

La primera maniobra para el lavado cerebral es: restringir la información que el individuo recibe. Esto se hace en cautiverio, control político en una dictadura, o por autocensura bajo la democracia. Una persona cautiva tiene la situación ideal para el lavado cerebral, pues sus captores controlan toda la información que recibe.

Lo mismo sucede bajo la dictadura, por el control de los medios de comunicación. Bajo la democracia el mecanismo es la autocensura, pues el individuo solo escucha los programas que coinciden con su línea partidaria. En una confesión religiosa esto se logra prohibiendo el contacto o la lectura de fuentes contrarias. De todas estas maneras, el primer requisito del lavado cerebral es: ¡escuchar una sola campana!

La segunda maniobra es la oferta del nuevo paradigma utilizando todos los recursos de un buen vendedor. Hay que crear estribillos y repetirlos hasta el cansancio. Se necesitan vendedores que minimicen los defectos y magnifiquen las virtudes.

Tienen que ser expertos en manipular información, para que siempre convenga a los intereses que se defienden. Se necesita gente amoral, que se deja utilizar, y sin muchos escrúpulos. Es un grupo vital bajo la dictadura: tontos útiles que alaban al tirano, y disimulan sus defectos. Se requiere el discurso, la valla, la psicología de masas, incluso canciones, todo lo cual, bien sincronizado, tiene un efecto hipnótico sobre el individuo.

La tercera maniobra es la más compleja y se basa en el recurso del condicionamiento, sea clásico (Pavlov), u operante (Skinner). Pavlov descubrió que si un perro recibe alimento mientras suena una campana, al final el campanazo provoca deseos de comer, produciendo un condicionamiento social. La base es: acompañar un estimulo neutro de otro activo. El condicionamiento operante (Skinner) se basa en ofrecer incentivos después de una conducta, con el resultado de la repetición automática de la conducta, y es otra forma de condicionamiento. En política la primera clave es: acompañarse de imágenes positivas, sea con figuras atractivas en los deportes o en el arte, premios, inauguraciones, y aparecer en los medios con temas positivos. La segunda clave es: incentivos continuos a los seguidores, sea por dádivas o por privilegios a los seguidores. Así se logra el voto duro en los partidos del sistema, el chaleco con explosivos en un terrorista suicida, o se adormecen a las masas ante el fracaso político.

En nuestra historia reciente, Bosch y Peña Gómez fueron inexpertos en estas técnicas, mientras Balaguer y Leonel Fernández las conocieron al dedillo. Esa es la razón de las ‘funditas’,   las inauguraciones, y la construcción de “elefantes blancos”, en el caso de Balaguer. Leonel ha sido muy hábil en construir una impresionante red de dádivas: tarjeta solidaridad, para las bases; “nominillas”, para los dirigentes sin puestos; “botellas” en la administración pública; “barrilito” de los senadores y “cofrecito” de los diputados, e, ingresos millonarios a los grandes funcionarios, todo lo cual repercute sobre miles y miles en un efecto similar a los perros de Pavlov.

El lavado de cerebro bajo la democracia puede ser tan efectivo como el que se hace bajo la dictadura: 1) a través de las dádivas presidenciales; 2) por la manipulación monetaria de los medios, y, 3) por autocensura de la gente para no escuchar a los periodistas independientes.

La manera de prevenirse del lavado es: 1) ‘escuchar las dos campanas’, y no solo lo que quieren los de arriba; 2) armarse de principios éticos sólidos e innegociables, y, 3) ser parte de un grupo con elección periódica de sus dirigentes, sujeto a decisiones por mayoría de votos, y en el que haya un genuino proceso de crítica y autocrítica. Si usted no dispone de estas defensas, es probable que le están lavando el cerebro.

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