Te soñé distinta

Te soñé distinta

Edwin González, periodista

Atizaban las brasas en mi pecho

las llamas del tuyo.

Tu latir era el susurro que alentó

mi ensueño ingenuo en el lecho de mi arrullo.

Ardimos hasta el sol

que interrumpió mi éxtasis de amor.

Aún despierto, sentía el calor de tus brazos

arroparme cuales lienzos.

Se añejó en mi pensamiento

la primicia de tu cariño que me dio otro aliento.

Como el vino tinto conervó risueño

mi rostro de ilusión. ¿Al fin sere tu dueño?

No te llevaron tan lejos tus zapatos viejos.

Fuertes, polvorientos tan inapropiados para tu paseo.

Te conté aquel episodio de tus gestos tiernos,

de tus muchos mimos quedé satisfecho.

Volviste a acompañarme y ya no hubo desvelos.

Regresaste a mi reposo y fue mayor el fuego.

Te soñé distinta, ya no desespero.

ed*

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