Tea Party e izquierdistas demócratas contra plan de inteligencia de Obama

<P>Tea Party e izquierdistas demócratas contra plan de inteligencia de Obama</P>

WASHINGTON. AFP.- El Tea Party y el ala izquierdista del Partido demócrata estadounidense raramente concuerdan en algo, pero actualmente coinciden en exigir al presidente Barack Obama más transparencia sobre los programas de registros telefónicos que escandalizan a la opinión pública desde hace una semana.

Esta confluencia trastocó la oposición tradicional entre demócratas y republicanos, en una semana movida por las revelaciones de Edward Snowden, un exconsultor informático de la agencia de espionaje estadounidense hoy refugiado en Hong Kong.

Ambos grupos aprovecharon las audiencias de los directores de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y del FBI para cuestionar a los líderes demócratas y republicanos del Congreso, que fueron informados secretamente sobre todos los detalles de los programas de inteligencia.

«El simple hecho de que algunos congresistas hayan sido informados a nivel confidencial no es sinónimo de nuestro apoyo», dijo el demócrata John Conyers a Robert Mueller, jefe del FBI desde 2001. Conyers es uno de los legisladores que se sitúa más a la izquierda en la Cámara de Representantes.

«No se trata de una preocupación partidaria, se aplica tanto a esta administración como a la anterior», subrayó.

«A causa de estos actos de la NSA y del FBI, temo que nos estemos convirtiendo en un Estado vigilante», añadió. Horas más tarde, el republicano Rand Paul, admirador incondicional desde su adolescencia del filósofo Ayn Rand, venerado por los libertarios, anunció la presentación de una demanda colectiva contra la NSA por abuso de poder.

«Yo quiero atrapar a los terroristas tanto como cualquier estadounidense», argumentó. Lo acompañaban congresistas del Tea Party y un dirigente de la ACLU, poderosa asociación de defensa de las libertades individuales, considerado de izquierda. «Pero lo que nos distingue de ellos es el Estado de derecho», afirmó.

Un debate, no una revolución.

«Es una alianza inhabitual, eso es seguro», dijo a la AFP Christopher Arterton, profesor de ciencias políticas en la universidad George Washington. Pero «siempre hubo áreas de entendimiento entre ambos extremos del campo político sobre el poder del Estado federal», afirmó.

Según el académico, cuando se creó la Reserva Federal (banco central, Fed, en 1913) y el patrón oro en Estados Unidos a fines del siglo XIX, el movimiento de oposición también trascendió las corrientes tradicionales.

Pero en el Congreso, esos legisladores no controlan el orden del día. Los líderes de los partidos habilitan el debate, pero no la revolución. Por otra parte, la opinión pública está lejos de escandalizarse.

Una mayoría desaprueba el registro sistemático de información sobre sus llamadas telefónicas, según un sondeo realizado por Gallup (53%) y otro de la cadena CBS (58%). Pero cuando la pregunta formulada evoca la lucha antiterrorista, las mayorías se invierten. El 56% de las personas interrogadas por el Pew Institute estima «aceptable» recoger registros telefónicos «para investigar sobre el terrorismo», contra 41% que considera lo contrario.

«En teoría los estadounidenses desaprueban los programas de registro de datos, pero una mayoría está dispuesta a aceptarlos en ciertas circunstancias, para combatir al terrorismo», explicó a la AFP Frank Newport, jefe de redacción de Gallup. «Cuando los estadounidenses no se sienten seguros y se trata de un problema complejo, las respuestas cambian», precisó.

Todas las legislaciones sobre espionaje hoy cuestionadas fueron aprobadas desde 2001 por amplias mayorías. En 2008, el entonces Senador Barack Obama votó en favor de la ley que creó el programa de espionaje Prism sobre las comunicaciones de extranjeros a través de internet.

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