TEATRO
La impronta teatral de Emilio Aparicio

<STRONG>TEATRO<BR></STRONG>La impronta teatral de Emilio Aparicio

LAsistimos a un hermoso y significativo acto en el  Salón de Embajadores del Palacio Nacional, presidido por el ciudadano Presidente Dr. Leonel Fernández,   con el que se cerraba la programación conmemorativa del 70 Aniversario de la llegada de los exiliados republicanos españoles al país, organizada por el Ministerio de Cultura, el Archivo General de la Nación y la Comisión de Efemérides Patrias.

Aquellos hombres y mujeres que  llegaron en 1940, abandonaban su Patria luego de ser derrotados –no vencidos como suelen decir algunos-  en la guerra civil que dividió a España en bandos antagónicos: los republicanos, que luchaban por restaurar la Segunda República, y los franquistas-falangistas que se oponían a la misma, y que al salir vencedores, llevan al Generalísimo Francisco Franco al poder, larga noche que se prolongó hasta el 1975.

Paradójicamente estos hombres y mujeres que enfrentaron  la dictadura que se  instalaba en la nueva España, llegaban a una tierra donde también imperaba un gobierno dictatorial, sin embargo, las circunstancias,  por razones políticas y no humanitarias, hicieron que Trujillo acogiera a los exiliados. ¿Qué significó para el país su llegada? Afortunadamente muchos de ellos  eran hombres y mujeres de gran valía, verdaderas figuras de prestigio en diferentes disciplinas que pronto se insertaron en nuestra sociedad a la que volcaron sus conocimientos.

Figuras de renombre como Constancio Bernardo de Quiroz, quien introdujo en el país el Derecho Penal, dejó  su huella como Catedrático de Criminología y Derecho Penal Comparado, en nuestra Universidad de Santo Domingo, donde laboró hasta su partida a México en 1947. Bernardo de Quirós deja además su cimiente, Roberto Cassá, su nieto, acucioso historiador y sociólogo, hoy Director del Archivo General de la Nación. Dentro de la rama del Derecho otra figura  eminente, el Dr. Luis Jiménez de Azúa, autor entre otros del Tratado de Derecho Penal,  imparte por un tiempo cátedras magistrales en nuestra Universidad. Profesores de la talla de Poncio Sabater y su esposa doña Amelia, siempre serán recordados por aquellos que fueron sus alumnos. En la crítica de arte destacaron: Manuel Valdeperes, Fraiz Grijalba y María Ugarte, además historiadora, quien aun vive entre nosotros, recibiendo el reconocimiento de nuestro pueblo.

Pero definitivamente  es en las artes plásticas, donde la huella de estos exiliados se hace más profunda y tangible. No pretendiendo ser este artículo una antología, resaltaremos sólo aquellos que permanecieron más tiempo en nuestro país, dejando a través de sus trabajos creativos la muestra de sus talentos. Manolo Pascual, destacado escultor, quien al poco tiempo de su llegada realiza en noviembre de 1940, una exposición en el Ateneo Dominicano, de sus esculturas y dibujos,  luego, en 1942 pasa a dirigir la recién creada Escuela Nacional de Bellas Artes. José Vela Zanetti,  prolífero muralista,  cuya obra podemos admirar  en la Logia Masónica Cuna de América  donde presenta credenciales, en la iglesia de San Cristóbal, en el Palacio de Justicia y Palacio de Bellas Artes, en el Monumento de la Paz, en Santiago y en el Instituto Loyola.

Otros grandes artistas plásticos fueron: José Gausachs y su hijo Francisco Gausachs Aisa. Alfonso Vila (Shum) y Antonio Prats Ventós, forjador de la moderna escultura dominicana, quien aborda la negritud como tema recurrente en sus obras.  Destacaron como caricaturistas, Blas Carlos Arveros y Luis  Víctor García (Ximpa).

Con motivo de este 70 Aniversario fueron realizados talleres y conversatorios sobre el exilio español, y una exposición “Huellas por la Mar”, verdaderamente extraordinaria, presentada en la Galería Nacional de Bellas Artes,  donde se exponen pinturas, dibujos y esculturas de los maestros españoles exiliados, así como obras  de destacados artistas dominicanos que fueron sus alumnos.  Todos ellos  trazaron el rumbo del arte en nuestro país.

 Luego del acto donde fueron mencionados y exaltados  aquellos artistas e intelectuales exiliados, recordé un nombre, omitido posiblemente por olvido momentáneo: Emilio Aparicio.

Con él nació  el teatro profesional dominicano, en el 1946. En ese mismo año, don Emilio presenta una función de teatro infantil en el Instituto Escuela, en la que se llevan a escena “Pasajes adaptables de Don Quijote”. 

La crónica de la época reseña: “Por primera vez se ha hecho en el país teatro infantil en el sentido amplio de la palabra. Bien dirigidos, estos pequeños artistas han realizado un trabajo admirable”. La Nación, 14 enero 1946.

En 1947 se crea  la Escuela de Declamación y Radio-Teatro de “La Voz del Yuna”. Sobre la misma dice Wilfredo Nanita en su columna “Criticando” del periódico La Nación: “La dirección de esta Escuela, ha sido confiada muy atinadamente, a Emilio Aparicio”

Don Emilio muere en 1949. Sólo siete años estuvo con nosotros, pero ¡que intensos y fructíferos fueron! Su  impronta queda, no se puede escribir la historia del Teatro Dominicano sin su nombre, tampoco olvidar  cuando se habla del exilio español.

En síntesis

EMILIO APARICIO

En 1940 llega junto a su esposa la actriz Antonia Blanco Montes. Don Emilio formó parte en España en calidad de actor, de la compañía de la célebre María Guerrero. Al llegar al país es destinado a San Francisco de Macorís, al poco tiempo  Raúl Betances  le ofrece la dirección de la emisora de la ciudad.   En el  1942, los  Aparicio vienen a la capital y  forman la “Compañía Teatral Hispano-Dominicana”, cuya primera obra  fue “Don Juan Tenorio”, de Zorrilla. En  marzo de 1944 la compañía Sterling Products International contrata el  servicios de ambos para cristalizar la primera presentación “seria” de auténtico radio-teatro.

La serie “Amores Famosos” cautivó a la audiencia dominicana. Entonces   crea el “Cuadro de Comedias Sterling”, primer cuadro de radio-teatro en el país, bajo la dirección de  Emilio Aparicio. La labor cultural de este exiliado llama la atención de  Trujillo quien le encomienda  la formación de una compañía-escuela de teatro  oficial. Nace así el 19 de mayo de 1946 el “Cuadro de Comedias del Teatro Escuela de Arte Nacional” dirigido por Emilio Aparicio. El Cuadro  debuta el 9 de octubre de 1946 en el Teatro Olimpia, con las obras  de Alejandro Casona:  “Sainete del mancebo que casó con mujer brava” y “Prohibido Suicidarse en Primavera”.

Con: Rafael Gil, Marino Hoepelman, Rafael Molina, Carmen Gutiérrez, Liliano Angulo, Zulema Atala, Silvia de Grasse, Ana Gómez, Juan Llibre, Oscar Iglesias y Francisco Grullón Cordero. La crítica elogia: “Resonante éxito constituyó el debut del Cuadro de  Comedias del Teatro Escuela de Arte Nacional”. “Triunfo del director Aparicio”. “Halagüeñas perspectivas para nuestro Teatro”. La Nación, 11 de octubre 1946.  Había nacido el teatro profesional dominicano, En ese mismo año, ofrece teatro infantil, en el Instituto Escuela: “Pasajes adaptables de Don Quijote”.    Cuando se habla del exilio español.

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