TEATRO
La Máscara: grupo cultural más completo

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ÁNGEL HACHÉ
Este año cumplo 50 años dedicados a las artes escénicas, por tal motivo escribo este artículo dedicado a una etapa de mi vida artística y cultural; me refiero a la creación del grupo “La máscara” en septiembre de 1965. 

Freddy Ginebra, su ideólogo conjuntamente con Marosa Mallorga, me invitaron a integrarme al que hoy, después de pasar revista de lo acontecido en el pasado en materia de agrupaciones o asociaciones culturales, fue el grupo más completo, o sea, el que más actividades artísticas promovió en todas sus áreas.

Unos 5 meses después de la guerra de abril, ese acontecimiento de alguna manera despertó en varios jóvenes un deseo de expresarse, como catarsis, después de tantos años de represión trujillista, y del aborto a la democracia que se abría con el primer gobierno democrático del profesor Bosch.  Recuerdo que en una ocasión pasé a buscar a Freddy, yo vivía en la calle  El Conde y él en la Sánchez, cuando caminando, era como las 7 de al noche, pasamos por el edificio Copello donde estaban apostados dos “marines” norteamericanos que todavía permanecían en nuestro país después de la nefasta invasión norteamericana,  y escuchamos de sus labios “go home Yankee”.

 Nosotros seguimos caminando para tomar un carro público en El Conde,  en esa época y a esa hora eran pocas las personas que transitaban por las calles.  De pronto los “marines” vociferan “stop”, Freddy me dice: “no le hagas caso”, continuamos y rápidamente los “marines” se acercan a nosotros apuntándonos con sus armas.  Freddy sostiene una conversación con uno de ellos, conversación que yo no entendía muy bien. 

De repente Freddy me pasa un regalo que llevaba para un cumpleaños y en ese mismo instante el “marine” le asesta varias trompadas mientras el otro me apuntaba.  Freddy cae derribado al suelo, yo permanecía como una piedra, los “marines” se percatan de algunos vecinos del edificio frontal y de un vehículo que se acercaba, y se desplazan hasta la Santomé para perderse de vista, el vehículo se detiene, nos ofrece ayuda, levantamos a Freddy que yacía privado en el suelo y les pide que por favor lo lleven al periódico El Caribe, pero era sábado y el periódico estaría cerrado. 

Los del vehículo nos dejaron donde nuestros amigos los  Montes de Oca.  Mientras lo atendían le pregunté a Freddy que qué había conversado con el “marine”, me contestó que este le había dicho que porque nosotros les dijimos “go home yankee” al pasar delante de ellos y que comenzó a insultar a los dominicanos y a nuestro país, Freddy en respuesta le dijo que por que no se iban ellos, y fue en ese momento que el “marine” lo derribó con varias trompadas.

Luego Freddy se quejó del atropello ante la Comisión de Derechos Humanos y por los datos que Freddy le ofreció del día y la hora en que sucedió, averiguaron los nombres de los “marines” que fueron devueltos a su país…¿ castigados?.

La primera directiva de La Máscara estuvo  constituida por: Freddy Ginebra, presidente; Marosa Mallorga, secretaria; Ángel Haché, vicepresidente; Ivonne Haché tesorera. Vocales y miembros: Aquiles Azar, Rafael Brenes, Piedad Montes de Oca, Priscilla Caro, Lourdes de Azar, Carmen Idalia Grullón, Carmen Maria Prieto, Castalia Ramírez , Margarita Pimentel,  Frances Brenes, Vivian Mota, Josefina Ramírez, Hugo Beras Goico, Juan A. Bello Carlos, Federico Lebrón, Max Pou, Luis José Germán, el padre Alberto Villaverde, Isabel Mesa, Héctor Díaz Polanco, Wenscelao Vega y Mirna de Frias.

En los estatutos decía: La Máscara es una agrupación civil sin fines pecuniarios destinada a promover el desarrollo cultural y artístico de sus miembros y del pueblo dominicano.  Auspiciará exposiciones, representaciones de obras teatrales, conferencias o cursillos y utilizará todos los medios de comunicación social capaces de propagar la cultura y las artes entre el mayor número de personas. 

Como la mayoría de sus integrantes eran de clase media acomodada, algunos intelectuales de izquierda tildaron a La Máscara como  un grupo católico, elitista, burgués y reaccionario y sin formación cultural y artística.  Pero los objetivos del grupo no eran promover ni la religión católica ni la exclusividad. Esto dio lugar a debates en la prensa con grupos culturales cuyo fuerte era la literatura, como El Puño, La Antorcha y La Isla que se dieron a conocer después de La Máscara.   

En un artículo aparecido en la prensa con el título Arte Abstracto y Arte Comprometido Jesús de la Rosa escribió: “Un movimiento artístico apéndice de una cultura en decadencia, agrupó los artistas marginados o disidentes del llamado arte popular, La Máscara, grupo cuya concepción del arte difiere radicalmente de los principios que inspiran el grupo de los comprometidos.  Nuestros artistas en los últimos tiempos han venido reagrupándose en dos grandes bandos que mantiene un pugilato por la supremacía artística nacional.  Los autotitulados “comprometidos” y los artistas simple y llanamente”. 

Antonio Lockward abandona el grupo el grupo El Puño y declara que este nunca ha tenido una existencia real.  Varios de los que atacaban a La Máscara como una asociación clerical de jóvenes de bajo nivel cultural, en el devenir de los años, claudicaron de sus principios.  Las polémicas suscitadas en varios aspectos del arte han continuado hasta nuestros días.

En junio de 1967, La Máscara escenificó un monólogo de Freddy Ginebra titulado A Veces Grito conjuntamente con la obra en un acto La Doncella y la Sombra de Carlos Masoni, dramaturgo Belga en el salón español del Palacio de Bellas Artes.  El director de ambos montajes fue Luis José Germán.  El monólogo estuvo interpretado por Angel Haché  y La Doncella y la Sombra por Priscilla Caro, Freddy Ginebra, Castalia Ramírez y el propio Niní Germán.  EL maquillaje corrió a cargo de Gloria Milán, Marosa Mallorga se encargó de la utilería, Max Pou de las fotos de promoción y del sonido, y de las luces Sixto del Orbe.  Giovanny Ferrúa en su crítica en el Listín Diario opinó que el monólogo era demasiado extenso y que Haché tuvo una actuación corriente que salvó la primera parte del programa. 

De la Doncella y la Sombra dijo que era una novelita rosa en la que Priscilla Caro se compenetró con la “teenager” soñadora, que Castalia se superaba poco a poco, y que el papel de Ginebra fue “aceptable”. Nada más 

En síntesis

Profundo sentido social
En la Ardiente Oscuridad del dramaturgo  Antonio Buero Vallejo, fue la obra que seleccionó el grupo de teatro de La Máscara para hacer su debut.  El elenco estaba conformado por Priscilla Caro, Piedad Montes de Oca, Fernando Hoepelman, Freddy Ginebra en el papel de Carlos, líder de los invidentes, Ivonne Haché, Felipe Gil, Carmen Rosa Grullón, Ángel Haché en el papel del rebelde Ignacio, Francisco Castro, Juan A. Bello, Castalia Ramírez, Carmen Maria Prieto y Guadalupe Pérez.  La escenografía estuvo a cargo de Luis Acevedo, el maquillaje por Juan Lacrespeaux, el  vestuario y utilería por Marosa Mallorga, el regidor fue Rafael Brenes, y la dirección corrió por cuenta de Luis José Germán.

Una obra de profundo sentido social y filosófico; al oír a Ignacio pensamos en Ortega y Gasset: “Vivir en plenitud, con la conciencia de que se vive, es hacer de la vida un supremo anhelo a no renunciar a nada”.  El drama de Buero Vallejo criticaba solapadamente al dictador Francisco Franco.  La repercusión del texto de Ignacio: “y ahora están brillando las estrellas con todo su esplendor y los videntes gozan de su presencia maravillosa.  Esos mundos lejanísimos están ahí tras los cristales, ¡al alcance de nuestra vista…si la tuviéramos!”.

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