Tec de Monterrey: formación para transformar vidas

Tec de Monterrey: formación para transformar vidas

Eulogio Santaella

Junto a un grupo representativo de los más de 400 dominicanos que han estudiado en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey asistí a una conferencia magistral impartida por el Ing. Jorge Blando, vicerrector de Educación Continua y Postgrados de nuestra Alma Mater que en 2023, cumplirá 80 años de fecunda existencia

El colega ingeniero mecánico administrador Jorge Blando, que es “un duro” presentó enfoques novedosos y profundos sobre el tema de su charla: “Talento, la única ventaja competitiva y sostenible para el futuro” insistiendo en el asunto fundamental: las empresas – y los países, por supuesto- deben fomentar el talento y, además, retenerlo. ¿Cómo hacerlo? Impartiendo educación apropiada en cada nivel ,mediante un proceso continuo, renovable e interminable, siempre buscando la excelencia.

En 1943 don Eugenio Garza Sada creó el Tec siguiendo el modelo de su Alma Mater el MIT, Massachussets Institute of Technology en medio de las masacres bélicas y del holocausto de la Segunda Guerra Mundial, finalizada en 1945, que tuvo devastadoras secuelas para la humanidad en la postguerra. Visionario, desde hace más de 60 años los textos educativos eran en Inglés para que la educación se realizara con criterios científicos y técnicos actualizados y reconociendo que el Inglés sería cada vez más la “lingua franca” de occidente. Hoy día el Tec cuenta con 60 campus, 90,000 alumnos y 13,000 profesores de cátedra.

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Adelantándome a unas memorias que probablemente nunca escriba doy testimonio , como muestra de gratitud, de que el Tec transformó mi vida. A mi vez quise transformar la vida de muchos otros y, al regresar al país, me propuse ser, toda la vida, maestro de tiempo completo y dedicación exclusiva. Así me incorporé al cuerpo docente de la UCMM hasta que, por un dictado de conciencia, tomé otro rumbo.

Teniendo al Tec como referencia es digno reconocer que las universidades dominicanas que buscan la excelencia tratan de superar airosamente sus limitaciones presupuestarias, mientras que el nivel pre-universitario dispone de recursos tan amplios que “alcanzan hasta para botar” y, en ocasiones, se han botado.

Hace sesenta años los recién egresados que regresaban al país con mejores calificaciones se dedicaban a la docencia. Ahora son captados por el sector financiero y otros servicios similares mediante compensaciones que nunca podrían ser equiparadas por la academia.

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El talento se catapulta con educadores de calidad y estudiantes motivados. Las mejorías son a largo plazo. Algo hay que hacer sin esperar con lamentaciones los previsibles resultados desalentadores de las próximas PISA. Aisladamente se podría implementar, de inmediato, como política de estado, que los becarios en el extranjero se formen exclusivamente en ciencias básicas: matemáticas, física, química, biología y ciencias de ingeniería, a la vez que desde la primaria se enseñe Inglés con la misma intensidad que la lengua materna, el español o castellano, núcleo de nuestra cultura.

Espero haber seguido como profesional y ciudadano las pautas de comportamiento del mensaje de Adolfo Prieto que aparece en una tarja de los jardines del Tec : “Todo el oro del mundo no significa nada. Lo que perdura son las buenas acciones que hacemos para nuestros semejantes” y la prédica del benemérito Aquiles Menéndez: “El que no trabaja para servir, no sirve para trabajar”.

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