La deuda se paga con deuda, el problema son los intereses, la totalidad representa casi la cuarta parte de lo que se recauda por impuesto. Es demasiado. No debió pasar de 15%, es el techo. La costumbre ha sido pagar una parte de los intereses de la deuda consolidada. Se discute, cuando se habla de viabilidad, si con dinero del presupuesto pueden pagarse todos los intereses, la respuesta es no. Entonces, ¿puede el gobierno seguir pagando la proporción? La respuesta es que depende de lo que haga, de si adopta o no política precautoria, y de los factores de riesgos externos.
Que no son tales, son realidad, esta misma semana la Reserva Federal hará el primer aumento del año de los tipos de interés de corto plazo, cuando están en alza los de largo plazo (para bonos y otros títulos), el dólar apreciándose frente a las demás monedas y el petróleo amenazando con seguir subiendo.
Impactarán negativamente en el presupuesto público, aumentando la factura de intereses que se paga, al subir el rendimiento del bono del Tesoro estadounidense, al que está vinculado nuestra deuda soberana. Recordando, como dije, que con deuda se paga la deuda que se vence, y que con nueva deuda se financia la brecha del presupuesto de este año.
El dólar más caro supone un peso más barato, y si no ha tenido lugar elevando la factura en pesos de intereses, es por el respaldo de la moneda en reservas internacionales netas. Y porque nuestra política monetaria se apoya exclusivamente en el comportamiento de la inflación y el crecimiento de la economía, mecanismo ratificado a final de febrero, cuando citando los criterios el Banco Central dejó sin variación en 5.50% anual la tasa de política monetaria.
Las opciones del gobierno, seguir confiando en la suerte o preparar las finanzas públicas para que, en condiciones externas diferentes, pueda pagar la totalidad de los intereses, no solo una parte. Esta columna ha recomendado que el gobierno ponga sobre la mesa un acuerdo con Conep y la oposición política, para reducir y racionalizar las exenciones, aumentar la presión tributaria y eliminar debilidades del Código Tributario, que ponga a la DGII en condiciones jurídicas, para que continúe aumentando la recaudación persiguiendo la elusión fiscal y la evasión. La mejor manera de apoyarla en la lucha que libra para reducir la diferencia entre lo que cobra y lo que debe cobrar.
Lo anterior, combinado con reducción del subsidio eléctrico, debe lograrlo el Pacto Eléctrico, y una ley de disciplina financiera, que prohíba engordar la deuda pública con desequilibrios que no sean excepcionales, garantizara el superávit primario que se necesita, para poco a poco reducir la deuda como porcentaje del PIB. Eliminando, además, la probabilidad de que ocurra un accidente financiero y tenga que hablarse de impago de deuda, palabra que el mercado de bonos no quiere escuchar de parte de ningún país.
Resumiendo. Sin actualizar el Código Tributario, en ausencia de riesgos externos, y sin penalizar el gasto social, es difícil seguir pagando la factura de intereses, una parte de la totalidad. Para el presupuesto es peor el panorama con el dinero encareciéndose y el dólar apreciándose, pudiendo la deuda entrar en terreno de insostenibilidad.