Tecnología, sector financiero y la regulación

Tecnología, sector financiero y la regulación

La cuarta revolución industrial, aunque RD no concluyó las dos primeras y está avanzando en la tercera, está produciendo grandes cambios en todos los sectores y el financiero no escapa a esto, permitiendo a los usuarios beneficiarse de la tecnología, pero también esto presenta retos como es el hackeo de las cuentas para robarles dinero, el ciberataque a las entidades y bancos centrales, a las entidades financieras a realizar grandes inversiones y también representa un reto para el regulador, el Banco Central, y los supervisores, es decir las diferentes superintendencias.
El internet y las plataformas de los bancos han permitido, entre otras cosas, facilitar el manejo de las nóminas a empresas y gobierno, evitando la confección de millones de cheques, también permite realizar el pago de los bienes y servicios desde cualquier lugar simplemente contando con un teléfono inteligente y la velocidad de estos cambios es tal que en el banco múltiple de mayores activos del país el doble de las transacciones se realizan por canales no tradicionales (cajeros automáticos e internet), en vez de los tradicionales.
También la tecnología tiene riesgos, aparte de los ciberataques, facilita la creación de nuevos productos financieros y transacciones electrónicas de billones de dólares en segundos y esos fueron parte de los causantes de la crisis financiera mundial de 2007-2009.
En la década de los 70 la denominada banca paralela o banca de la sombra (shadow banking) tenía pasivos menores al 5% de los pasivos de la banca tradicional, sin embargo en la víspera de la crisis financiera global los bancos paralelos contaban con pasivos mayores a los bancos y esas entidades estaba exentas de las regulaciones que debían cumplir los bancos.
Ese crecimiento de las entidades paralelas fue una consecuencia del relajamiento de la supervisión y las facilidades que permite la revolución digital, así surgieron los “conduits” donde la banca mejoraba sus balances pasándoles sus créditos titularizados mediante los ASB (Asset Securitization Bond), surgieron productos con hipotecas, MBS (Mortgage Backed Securities) , se crearon los CDO (Collateralized Debt Obligation) y estos parieron los CDO2, CDO3 y una forma de asegurar las pérdidas con los CDS (Credit Default Swap), en fin derivados tóxicos, inflados en sus calificaciones crediticias, que llevó a la primera crisis financiera de la era global cuando se iniciaron los impagos de las hipotecas y que tuvo su punto cumbre con la caída del banco de inversión Lehman Brothers.
La tecnología tiene aspectos positivos, pero también representa graves riesgos, sin embargo las entidades del sector financiero están obligadas a montarse en esa realidad o a desaparecer y en esto lo tienen más difícil las entidades medianas y pequeñas porque el costo de las plataformas es alto y su obsolescencia acelerada.
Hoy en día es una realidad las FINTECH o Financial Technology, que no son más que StarUps (empresas que comercializan productos y/o servicios a través del uso de las tecnologías de la información) es decir nuevas industrias financieras que aplican la tecnología para mejorar los productos y servicios y que eventualmente van a representar una competencia para la banca tradicional.
Apenas estamos en el comienzo y existen en muchos países, con mercados de capitales desarrollados, entidades financieras que son meras plataformas sin la necesidad de oficinas, es decir bancos virtuales. La intermediación financiera como la conocemos va a experimentar cambios radicales y surgirán infinidad de productos financieros perfectamente manejables gracias a la tecnología; todo eso supone un reto a los bancos para sobrevivir a esa competencia y también al Banco Central que deberá adelantarse adaptando la regulación con normativas acordes a esos cambios y las superintendencias deberán transformar su forma de supervisar a la estructura tecnológica de las nuevas entidades.

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