Telescopio

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El escándalo.  El senador demócrata  de Nueva Jersey, Robert “Bob” Menéndez, es el centro de un nuevo escándalo en EEUU. El blog “The Daily Caller” cita que el senador viaja a  República Dominicana para sostener relaciones sexuales con prostitutas menores de edad. Y que para algunos de sus viajes, Menéndez –según la página web- ha utilizado el avión del oftalmólogo dominicano, y uno de sus grandes donantes, Salomón Melgen, a quien el condado de Palm Beach, Florida,  reclama el pago de 11.1 millones de dólares en impuestos.

Otros casos. Los líos de faldas han arruinados la carrera de muchos en EEUU. El presidente John F. Kennedy desató rumores por supuestos encuentros con amigas, entre ellas Marilyn Monroe.  Una carrera arruinada en 1988 fue la del exsenador Cary Hart quien aspiraba a la nominación presidencial demócrata, pero una foto de él con una modelo en las piernas bastó para sacarlo de combate. El legislador demócrata Anthony Wainer, de 48 años, se hacía  fotos en “paños menores” en el gimnasio del Congreso y  enviaba las imágenes a mujeres. En 2008 cayó el exsenador y candidato a vicepresidente, John Edwards, luego de admitir una relación fuera del matrimonio. El exgobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, renunció en 2006 luego que el Servicios de Rentas Internas descubriera  su relación con una prostituta que cobraba 1,000 dólares la hora.

Clinton y Petraeus.  Una gran “baja” por “líos de  curvas” fue la de David Petraeus, a quien una relación amorosa con su biógrafa Paula Broadwell, lo obligó a dimitir de la dirección de la CIA. Fuera del ámbito político, una carrera arruinada fue la del predicador estadounidense Jimmy Swaggart en 1991, quien sostenía encuentros con prostitutas. Pero un caso que sacudió los cimientos de la Casa Blanca, fue el de Bill Clinton y la becaria Monica Lewinsky. El expresidente enfrentó un juicio político  en el Congreso en donde admitió haber tenido “una relación inapropiada” con la joven. En su  biografía “Mi vida”, Clinton dice que lo hecho con Lewinsky fue “inmoral y estúpido”. Por ahora, Bob Menéndez arde en el brasero de la opinión pública estadounidense, que bendice guerras y matanzas, pero no perdona enredos de faldas.

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