Telescopio

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Orlando Zapata Tamayo y Claudia Larissa Brizuela.   El primero es de todo conocido: Un preso cubano que murió el pasado 23 de febrero en un hospital de La Habana, Cuba, luego de 85 días de huelga de hambre en demanda de mejores condiciones. Tenía 42 años. De Claudia Larissa Brizuela nos llegó poca noticia: Miembro activo del Frente Nacional de Resistencia de Honduras que luchó por el retorno del derrocado presidente Manuel Zelaya. Larissa Brizuela, de 36 años, fue asesinada el 24 de febrero -un día después de la muerte de Zapata Tamayo- en su vivienda por varios pistoleros. Era hija de Pedro Brizuela, uno de los más viejos militantes del Partido Comunista Hondureño. La mujer entró a formar parte de la lista de muertos, desaparecidos y torturados en Honduras desde el golpe contra Zelaya el 28 junio de 2009. Tamayo ocupó portadas. Le dio la vuelta al mundo. La muerte de Larissa Brizuela no.

¿Por qué una muerte vale más que otra?   El Frente de Resistencia lucha actualmente por una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución para Honduras, y desconoce al gobierno de Porfirio Lobo. Los golpistas –que ríen a carcajadas, pues ninguno fue enjuiciado- no desperdician su tiempo para aterrorizar a los miembros del  Frente de Resistencia. Y para esto cuentan con mucho silencio de medios hondureños e internacionales. Tamayo  es un duro dolor para su familia y sensibiliza a cualquier humano, pero para muchos no es más que un instrumento político: propaganda y nada más. Para muchos, esta muerte sólo les es útil   en la guerra mediática que llevan contra el gobierno de Cuba. Ya lo dijo Richard Salant, ex presidente de CBS News: “Nuestro trabajo es dar a la gente no lo que quiere, sino lo que nosotros decidimos que deben tener”.

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