Telescopio

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“Se venden equipos para torturar”.  Al profesor Faustino Pérez tal vez le habría gustado incluir este anuncio en su libro: “Letreros Populares Dominicanos”. En su texto  el catedrático recoge frases, leyendas y graffitis curiosos y chispeantes que adornan calles y callejones de Santo Domingo. Pero el anuncio en cuestión no es dominicano. Ni siquiera latinoamericano. Es europeo. Amnistía Internacional denunció la semana pasada que 150 empresas de Europa comercializan dispositivos de tortura. Cinturones y esposas con descargas eléctricas de hasta 50 mil voltios, bastones policiales eléctricos o con puntas de metal, grilletes combinados o sprays de sustancias químicas.

Pero una cosa son los derechos humanos y otra el  comercio.-  Quizás, por pura casualidad, la información sobre la venta de los “finos equipos europeos para torturar”, coincidió con la condena por racismo que hizo desde la misma Europa el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU contra la República Dominicana. Este informe emitido en Ginebra –como para hacerlo incuestionable y casi santo-  llama a los dominicanos a dar mejor trato a los haitianos. Mientras tanto,  República Dominicana carga a  Haití sobre sus espaldas. Pero, según Amnistía, las empresas que fabrican estas “benditas herramientas” están en España, Italia, Francia, Alemania, Hungría y la República Checa. Todos estos países son parte de la Europa que facilitó sus aeropuertos y espacios aéreos para aterrizar y guardar aviones cárceles –especie de pequeños Guantánamo- para apresar y torturar a cualquier personas que EEUU ligara a los ataques del 11-S.

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