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La cruzada de  Dilma Rousseff.- Cabezas de ministros envueltos en corrupción siguen cayendo a los pies de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff .  El turno llegó ahora al ministro de Agricultura, Wagner Rossi, del cual la prensa se había echo eco de una “larga cola” de denuncias  de corrupción. Desde hacía un mes a Rossi se le acusaba de crear cargos en la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), apéndice de Agricultura, para colocar líderes del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el grupo político más poderoso del país y sin el cual la gobernabilidad del Partido de los Trabajadores (PT) sería difícil. Luego la revista “Veja”  denunció que Rossi habría pedido el año pasado una comisión de dos millones de reales –unos 1.25 millones de dólares- (en pesos serían la friolera de 47 millones) para favorecer a una empresa en una licitación. El infierno creció para Rossi, y esta semana, el diario Correio Braziliense lo acusó de usar el avión privado de una empresa que tiene contratos con el gobierno. Esto motivó que la Policía Federal abriera una investigación en Agricultura. Tras  acusar la prensa de “asesinar reputaciones”, Rossi, abogado de 68 años, envió el miércoles su  renuncia.

 Otras “bajas”.-  Con la caída de Rossi, suman cuatro los ministros que abandonan a Rousseff en sus siete meses y días con las riendas de Brasil. El primero fue Antonio Palocci, cabeza del Ministerio de la Presidencia y fundador del PT. Palocci, quien renunció el 7 de junio, fue cercado por un escándalo  tras conocerse que su patrimonio creció 20 veces en los últimos cuatro años. Luego le tocaría a Alfredo Nascimiento, de Transportes, que dimitió el 6 de junio. Nascimiento fue asociado a fraudes en licitaciones de su ministerio. Otra “baja” fue del ministro de Defensa, Nelson Jobim, el 4 de agosto, quien descalificó en una entrevista a dos ministras cercana a Rousseff. La peste de la corrupción ha salpicado también al ministerio de Turismo, cuyo número dos, Frederico Silva da Costa, fue detenido recientemente acusado de mal manejo de fondos. Pese a todo, la ex guerrillera Rousseff  goza de una popularidad que ronda el 70.2%, y sigue firme en continuar la obra de Lula, y alejarse de esta plaga. En RD muchos anhelan una cruzada similar, pero aquí es difícil que un funcionario deje el “melao” del poder, aunque nade en un estercolero.

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