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Golpe en Tailandia.- Sin inmutarse, la cúpula de ejército de Tailandia, en persona del general Prayuth Chan-ocha, anunció este jueves la toma del poder y la consumación de un golpe de Estado. Prayuth, que el martes impuso ley marcial, disolvió el gobierno, anuló la Constitución, prohibió las reuniones de más de cinco personas, impuso toque de queda nocturno y bloqueó las transmisiones de radio y televisión. El golpe ha sido la coronación de ocho meses de protestas contra el gobierno que dejaron 30 muertos y casi mil heridos. Hace dos semana dimitió la primera ministra Yingluck Shinawatra, tras ser acusada de abuso de poder. Yingluck, detenida ayer, es una pieza clave en la crisis como veremos más adelante.

Doce golpes de Estado.- El término “Tailandia” proviene de la expresión “Prathet Thai” que significa “País Libre”. Tailandia es el único país del sureste asiático (es la segunda economía de la región) que nunca ha sido colonizado por Europa. Tiene 514 mil kilómetros cuadrados y 65 millones de habitantes. Es una monarquía parlamentaria, y el rey Bhumibol Adulyadej es jefe del Estado. Es un país budista influido por China y la India en su historia y estructura socio-cultural. Lo que en la actualidad se llama democracia en Tailandia semeja una vidriera fragmentada por 12 golpes de Estado y varias intentonas desde el fin de la monarquía absoluta en 1932.

¿Qué desató la actual crisis?.- El génesis del conflicto data de 2006 cuando fue derrocado en medio de protestas y tras ser acusado de corrupción el entonces primer ministro Thaksin Shinawatra, hermano de la recién destituida Yingluck Shinawatra. Thaksin, apoyado por sectores rurales de donde provienen sus fieles seguidores llamados “camisas rojas”, mueve los hilos del poder desde el exilio y en noviembre logró que “su querida hermanita” Yingluck presionara la aprobación en la Cámara de diputados de una amnistía que facilita su retorno a Tailandia. La jugada de Yingluck fue revocada en el Senado, pero la ira ya estaba en las calles: opositores acérrimos a Thaksin, clase media de zonas urbanas, que integran los llamados “camisas amarillas”, presionaron la caída de Yingluck, y arreciaron las protestas. Ahora reinan los gorilas uniformados.

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