Obama y Raúl.– El tsunami pronosticado se desvaneció, al parecer, y la recién pasada VII Cumbre de las Américas en Panamá, será recordada por el diálogo del presidente de EEUU, Barack Obama, y su homólogo de Cuba, Raúl Castro. (El último encuentro de un mandatario estadounidense y un cubano fue en 1958 cuando Dwight Eisenhower se reunió con Fulgencio Batista). Obama y Raúl, que este año han realizados tres rondas de conversaciones, inscribieron en oro la cita presidencial al romper hielo, hablar ante el mundo, y sentar la base de nuevas relaciones. Y la tierra ni tembló.
¿Y Posada Carriles?.- Otro encuentro en la Cumbre digno de ser tomado en cuenta fue la reunión de Obama con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, país que Washington había declarado ser una “amenaza para su seguridad”, e impuso sanciones a funcionarios venezolanos. Ojalá las tensiones EU-Venezuela amainen. Sobre Cuba, es bueno valorar que Obama notificó esta semana al Congreso para sacar la isla de los países “patrocinadores del terrorismo”. Este punto es una demanda de los cubanos, que el jueves pasado se mostraron dispuestos a tratar los casos de los fugitivos perseguidos por Washington y que residen en Cuba. Entonces, si los cubanos devuelven estos “personajes” a suelo estadounidense, podrán los cubanos pedir a EEUU la entrega de Posada Carriles, a quien ligan con el derribo de un avión cubano en el que murieron 73 personas en 1976 y se pasea por Miami?
Galeano y Grass.– El pasado lunes se apagaron dos lumbreras de las letras. El primero, el escritor uruguayo Eduardo Galeano, mago de la sencillez y poder de síntesis de bellos y “molestosos” relatos sociales e históricos. En sus escritos, y su libro “Las venas abiertas de América Latina” es un ejemplo, Galeano desafía “lógica y costumbre” y llama a ver si “otro mundo es posible”. Sus palabras eran dardos al cerebro. El segundo, Günter Gras, Premio Nobel de Literatura y Príncipe de Asturias, es considerado el más importante autor en lengua alemana de la posguerra. Su prolífica producción, y sobre todo “El tambor de hojalata” publicado en 1959 describe los aciagos años de la Segunda Guerra Mundial. Dos lumbreras.