El largo rosario de los curas pedófilos.- En marzo de 2010 traté de enumerar los casos más sonados y recientes de sacerdotes católicos envueltos en violaciones de niños. En ese año, en medio de las revelaciones que describían las agencias de prensa, el entonces papa Benedicto XVI (el alemán Joseph Ratzinger) hoy en retiro, dijo estar “afligido”. Entre los países que figuraban con más violaciones se señalaban a EEUU, Irlanda, Canadá, México, Alemania, Brasil y Chile. Y citaba abusos desde los años 50 hasta las agresiones contra los pequeños cantores de Ratisbona, Baviera, dirigida por el hermano de Benedicto XVI, monseñor Georg Ratzinger.
La bomba de Pensilvania.- Aunque de vez en cuando se denuncian casos de pedofilia que tocan al clero católico, esta semana el tema ha ocupado las portadas de los diarios, y las lágrimas y narraciones de las víctimas –muchos adultos – no cesan. El pánico lo desató la revelación de que 300 sacerdotes –según un informe de un gran jurado- violaron mil menores en varias décadas en seis diócesis de Pensilvania. Según la investigación, presentada por el procurador de Pensilvania, Josh Shapiro, hubo encubrimiento de la Iglesia, ya que en vez de denunciar a los curas violadores, solo eran mudados a otras parroquias. Francisco calificó esta caso de “crimen”.
Wesolowski y Gil.- Así como enredó al papa Benedicto XVI, y junto a otros conflictos lo hizo saltar del puesto, la pedofilia ha sido un dolor de cabeza para Francisco: En Australia no cesan las denuncias contra su ministro de Finanza, el cardenal George Pell; en Chile pidió perdón tras reconocer que el obispo Juan Barros encubría un sacerdote pederasta, y en Irlanda, a donde viajó el fin de semana pasado para clausurar el Encuentro Mundial de la Familia, lamentó las agresiones sexuales que por más de 40 años cometieron instituciones religiosas. En Dominicana las denuncias de curas pedófilos antes eran silenciadas y era raro que un medio las publicara. Pero con los trabajos de Nuria, Alicia y otros investigadores han caídos “tiburones” como el fallecido nuncio Jozef Wesolowski y el cura polaco Alberto Gil. ¿Se necesitará un Torquemada y su Inquisición para frenar a los curas pedófilos?