El 26 de mayo de 2015 asumió la Secretaria General de la Organización de Estados Americanos (OEA) el uruguayo Luis Almagro en reemplazo del chileno José Miguel Insulza. Almagro, de la patria de Mario Benedetti y Eduardo Galeano, y pupilo del expresidente don José “Pepe” Mujica, de quien fue su canciller entre 2010-2015, abrigó muchas esperanzas de cambios en la OEA. Recibió el apoyo de 33 países. Se propuso fortalecer la Comisión (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), crear un fondo para desastres naturales, preparar una red panamericana de educación, priorizar el tema migratorio y trabajar en una iniciativa para fortalecer la seguridad ciudadana.
Venezuela y Cuba.- Pero al pasar el tiempo dos países han centrado la agenda de Almagro: Venezuela y Cuba. Sobre la primera saludó con entusiasmos los esfuerzos por sentar una verdadera mesa de diálogo, y pese sus fuertes choques con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha demostrado preocupación por la crisis del país. En una ocasión propuso usar la Carta Democrática contra la patria de Bolívar. Sobre Cuba, a quien la OEA le abrió las puertas en 2009, tras su suspensión en 1962, Almagro ha hecho poco y solo se escuchan sus duras denuncias.
En reelección.- Al acercarse el 2019, Almagro ha elevado su tono, y ha estallado como volcán al acusar al gobierno de Cuba de enviar lo que llamó “mecanismos del terror” a Venezuela y Nicaragua, en donde dizque hay un ejército de cubanos “torturando personas”. ¿Y eso será verdad? Sobre Venezuela llamó a comprobar si este país tiene armas nucleares en violación al tratado de Tlatelolco. Aquí Almagro se pareció más a un vocero del Pentágono. Y como sus duros discursos coinciden con el anuncio de reelegirse en 2020, al parecer, el uruguayo busca hacerse más gracioso de la cuenta con los enemigos de estos países.