Como si se tratara de una escena de una película de las hermanas Wachowski, creadoras de la trilogía Matrix, y en donde realidad y ficción forman un híbrido difícil de separar, un pistolero, según las investigaciones, mató a 50 personas y hirió a igual número en dos mezquitas en la ciudad de Christchurch (Iglesia de Cristo, debería ser su significado), en Nueva Zelanda, y transmitió en vivo por facebook tan macabro hecho. Pero no se trataba de un filme. Todo era real, y el principal sospechoso, el australiano Brenton Tarrant, de 28 años, y quien usó cinco armas en su ataque de 17 minutos, se ató una cámara a la cabeza y envió su derramamiento de sangre a las redes sociales. Era real.
Cero corrupción.- Nueva Zelanda, formada por dos masas llamadas Isla Norte e Isla Sur, más otros islotes, tiene 268,838 kilómetros cuadrados y casi 5 millones de habitantes. Su capital de Wellington. El grueso de su población es de origen europeo, pero hay una minoría indígena maorí. Hay asiáticos y polinesios, también. Actualmente su primera ministra es Jacinta Arden. Nueva Zelanda goza de un elevado índice humano, desarrollo y respeto a los derechos civiles. Tiene un bajo índice de corrupción.
Matando personas.- Este viernes, una semana después de la tragedia, musulmanes volvieron a rezar a las mezquitas de Nueva Zelanda envuelto en luto y dolor, mientras siguen las indagatorias. Las autoridades creen que el pistolero Tarrant –quien, por cierto, al ser llevado a un tribunal se negó a tener abogado- tenía contactos con grupos racistas y anti-inmigrantes que veneran a Hitler. La matanza ha obligado a Nueva Zelanda a revisar su sistema de inteligencia, a reforzar la seguridad; ya la primera ministra anunció la prohibición de los rifles semiautomáticos, y es posible que se tome más en serio a estos grupos neonazis, que insisten en buscar una “etnia perfecta” matando personas.