Más sangre en Egipto.-  El golpe militar que el día 3 depuso al presidente islamista Mohamed Mursi –Morsi, en algunas agencias- ha vuelto a colocar a Egipto en una ruta de sangre y dolor. Mursi, un ingeniero de 61 años formado en EEUU, que se vendió como “el presidente del pueblo” y “guardián” de los ideales que inspiraron la rebelión que tumbó a Hosni Mubarak en  2011, no pudo unir a los egipcios  y, con un año en el poder, naufragaba en una gran crisis económica. Cóctel que detonó manifestaciones, un emplazamiento de las Fuerzas Armadas y su caída estrepitosa.  Las movilizaciones han dejados más de cien muertos, y El Cairo, capital de Egipto, -y sobre todo la plaza Tahrir- es un campo de batalla entre opositores y miembros de su fuerza política: Los Hermanos Musulmanes.

Los Hermanos Musulmanes.-  Tras el desmembramiento del Imperio Otomano a inicio del siglo XX, y Egipto quedar bajo el dominio británico, surgieron movimientos nacionalistas  -no sólo en Egipto, sino también en otros países vecinos- con el norte de rescatar el sentimiento islámico.  Es en este contexto, y lo describe muy bien el escritor libanés-británico, Albert Hourani, en su texto “La historia de los árabes”, donde  surge la “Sociedad  de los Hermanos Musulmanes”, la cual fue fundada por el padre del islamismo moderno, el egipcio Hassán al-Banna en 1928. La Hermandad comenzó como un movimiento a favor de la reforma de la moral, retomando  las leyes religiosas, es decir, “la Sharia”, sujeta al Corán, y la “Sunna”, esta última especie de jurisprudencia, pues se basa en los métodos y consejos del Profeta Mahoma.

En pie de lucha.-  El objetivo de los Hermanos Musulmanes es crear califatos islámicos en los países árabes.  Incidieron en la fundación del grupo palestino Hamas. Y aunque Hourani sostiene que la Hermandad no nació como una entidad política, en la actualidad  es base  del Partido de la Justicia  y de la Libertad, el cual controla la mitad de la Cámara de Diputados. Este partido  es la  plataforma política del derrocado Mursi, y cabeza visible de las manifestaciones que sacuden  al  país más poblado del mundo musulmán, y sus miembros han jurado derramar su sangre por el retorno de su presidente.