Telescopio

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Un secuestro de impacto internacional.-  El pasado lunes fuerzas especiales pusieron fin al secuestro de decenas de obreros de una planta de gas en Argelia. En el rescate murieron 38 rehenes de distintas nacionalidades y 29 islamistas salafistas de los 32 que integraban el comando secuestrador. Los  salafistas -sunnitas partidarios de retomar  los orígenes del Islam  basado en el Corán y la sunna, la tradición- pedían la salida de Francia de Malí y la liberación de todos los islamistas en Argelia. Entre las víctimas del secuestro figuran  siete japoneses, seis filipinos, tres ingleses, tres estadounidenses, tres noruegos, dos rumanos, un francés y un colombiano. La planta de gas ocupada  es administrada por la British Petroleum BP, la noruega Statoil y la argelina Sonatrach.

Argelia.-  La República Argelina Democrática y Popular es un país del norte de África, y junto con Mauritania, Marruecos, Libia y Túnez, forma el llamado Magreb o poniente africano. Limita al norte con el mar Mediterráneo, Túnez al noreste, Libia al este, Níger al sureste, y Malí y Mauritania al suroeste. Tiene una extensión de 2,381,740 kilómetros cuadrados (RD cabe unas 48 veces en Argelia), y su población es de 34,800,000 (casi 35 millones) habitantes. Tras el fraccionamiento de Sudán en julio de 2011, se estima que Argelia es el país más extenso de  África.  Su capital es Argel. Historiadores y arqueólogos estiman que la Argelia de hoy fue habitada por bereberes hace 10,000 años. Luego desfilarían por este territorio, romanos, los Omeyas musulmanes y los españoles que ocuparon la región hasta 1792.

Sin pedir perdón.-  Las botas francesas llegan en 1830 y pisarían Argelia por 132 años, pues no sería sino hasta 1962, cuando el país se independiza de Francia.  En diciembre pasado, frente al Parlamento  y el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, el mandatario francés, Francois Hollande, con casi lágrimas en los ojos, pero sin pedir perdón, reconoció que “las injusticias y la brutalidad” de los franceses en Argelia- que bien recrea Gillo Pontecorvo en la película “La batalla de Argel” de 1966- son heridas aún abiertas entre los argelinos, que al parecer han visto rodar mucha sangre en su desértico país.

 

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