Poco a poco surgirán datos en torno a la muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi, crítico del régimen de su país y columnista del periódico The Washington Post. Según informaciones e imágenes de video, Khashoggi, con residencia en Estados Unidos, entró el martes 2 pasado al consulado de Arabia Saudita en Estambul, Turquía, en busca de documentos sobre su divorcio, pues tenía en agenda casarse nuevamente. Por cierto, su actual novia lo esperó once horas frente al consulado, pero el periodista nunca salió. Ahora todo se ha convertido, según informes, en una película de terror: se cree que Khashoggi fue cortado en pedazos con una sierra rompe huesos, disuelto y sus restos desaparecidos. ¿Y qué régimen reina en Arabia?
Arabia, tierra de petróleo.- El Reino de Arabia Saudita o Arabia Saudí se extiende sobre la Península Arábiga. Tiene una extensión de 2,149,690 kilómetros cuadrados y 32 millones de habitantes. Su capital y ciudad más poblada es Riad. Arabia es el mayor exportador de petróleo del mundo convirtiéndose en la décimo novena economía. Tiene dos de los lugares más sagrados del Islam: la mezquita de Masjid al-Haram en La Meca, y la de Masjid al-Nabawi en Medina. Un musulmán debe de ir aunque sea una vez en su vida a La Meca, cuna del profeta Mahoma, quien sembró la base de un imperio que iba desde la península Ibérica hasta la India.
Pisotea DDHH.- Actualmente Arabia es gobernada por el rey Salmán bin Abdelaziz, último eslabón de la dinastía de la “Casa de Saud”, familia dueña absoluta de tan inmenso país, pero bajo la tibia mirada de la ONU, Amnistía y Human Rights Watch por violar derechos fundamentales. En Arabia, por ejemplo, las mujeres no votan, y hace poco no podían conducir un auto. Sobre Khashoggi las presiones internacionales han aumentado contra Arabia, y hasta el gobierno de Estados Unidos, su gran aliado y protector, espera una investigación sobre el asesinato del columnista, visto por última vez con vida cuando entró al consulado saudí hace dos semanas. Arabia es una reliquia medieval, mina petrolera que las grandes economías elogian, y callan o no ven sus abusos y violaciones de los derechos humanos.