El intercambio de “duras palabras” entre Estados Unidos e Irán se suma a la lista de fricciones que han protagonizado ambos países por el tema nuclear. Igual pesadilla vivió el Irak de Sadam Hussein. La potencia islámica chií se ha ganado mala fama frente EEUU, y desde la Revolución Islámica de 1979 es vinculada con la milicia libanesa Hezbolá; el grupo Hamas, que lucha a brazo partido contra Israel en la Franja de Gaza, y otras organizaciones que Washington califica de terroristas. Con la llegada de Donald Trump a la presidencia la crisis sufrió una vuelta de tuerca al mandatario desconocer el acuerdo que su antecesor, Barack Obama, firmó con los iraníes.
El pacto de Obama.- El acuerdo con Obama de 2015 se firmó en Viena, Austria, y en el mismo los iraníes se comprometían a no enriquecer uranio por encima del 3.67% por 15 años. (Para fines pacíficos solo se requiere de un enriquecimiento de un 5%, para un armas nuclear, un 90%). Otro compromiso era reducir su reserva de uranio y el número de centrifugadoras. Así como modificar una de sus plantas y algunos reactores, y facilitar las inspecciones la OIEA.
Irán reacciona.- El detonante de la actual crisis ha sido la vinculación de Irán con los recientes sabotajes a un puerto de Emiratos Árabes Unidos, y un ataque con drones que hicieron rebeldes yemeníes a un oleoducto. Ya en otras ocasiones, Irán ha amenazado con cerrar el estrecho de Ormuz y bloquear el cruce de un 30% del petróleo mundial. Ahora EEUU ha dicho que no permitirá riesgos, y despachó hacia el golfo Pérsico el buque anfibio USS Arlington, el portaaviones USS Abraham Lincoln, bombarderos y misiles Patriot. También Trump anunció el envió de 1,500 soldados a la zona. La tensión en Medio Oriente ha subido. Y el presidente iraní, Hasan Rohaní, ha dicho que “no es el momento de negociar, sino de resistir” frente a EEUU. A la diplomacia, al parecer, le queda poco tiempo.