Como una rutina más en su quehacer, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, destituyó (aunque fuentes dicen que él renunció) esta semana a su asesor de Seguridad Nacional John Bolton. Calificado por noticiarios de “belicista”, Bolton, de 70 años, y un personaje bueno para caricaturistas, quizá por su bigote tirando al del escritor Mark Twain, llegó al cargo en marzo de 2018. Anterior a Bolton estuvo en el puesto el teniente general retirado Herbert Raymond McMaster y este último reemplazó a Michel Flynn, primer asesor de Trump en materia de Seguridad Nacional. Se anunció que el reemplazo de Bolton sería Charles Kupperman.
Los pecados de Bolton.- El veterano “halcón” tiene en su legado haber trabajado con George W. Bush y de haber sido uno de los “genios” que en 2003, al igual al exsecretario de Estado Collin Powell, denunció que el entonces mandatario de Irak, Saddam Hussein, poseía armas de destrucción masiva que nunca aparecieron. Bolton, quien se doctoró en Derecho en 1974 en la Universidad de Yale, y quien pese alistarse en la Guardia Nacional, evadió ir a Vietnam, actualmente venía desarrollando una línea dura contra Irán, Corea del Norte, Afganistán y Venezuela.
Encender dos o tres conflictos.- Sobre su trabajo en Irán, Bolton aseguró que este país no duraría tres meses. Con Corea del Norte, aconsejó a Trump a usar el “modelo de Libia”: obligarlo a firmar un pacto de desnuclearización, y luego declararle la guerra al igual que a Irán. Con Venezuela, Trump dijo también disentir de su halcón, partidario de ser más beligerante. Pero, al parecer, el tema que desbordó la copa fue la invitación que hizo Trump a talibanes para negociar en Camp David. Bolton se opuso a tal idea. Y críticos coinciden que el halcón lo que buscaba era encender dos o tres conflictos mundiales, nada de negociar con estos personajes.