Tema inevitable

Tema inevitable

Estamos en plena celebración de fiestas de navidad y año nuevo, cuando la tradición invita a compartir la alegría de que Dios nos ha permitido llegar vivos a otro fin de año y uno quisiera dejarse llevar por la costumbre y decir a todos los que nos importan y oír de a quienes les importamos, los buenos deseos para el año que comenzará. Pero ¡qué difícil es hacerse el “chivo loco” y beber, bailar, compartir con familiares, amigos y vecinos simulando que estamos felices!

La realidad se impone manchando todo intento de esparcimiento, porque junto al trago de cerveza o ron se saborean los crímenes y asesinatos por doquier; mientras se descansa de la salsa con la que nos desguañangamos, se plantea el tema de la corrupción y mientras se circula por la mesa que contiene el simbólico “banquete” navideño huérfano de plátanos, se recuerda que uno cuesta 18 pesos mientras en supermercados norteamericanos se compran a 10 por un dólar, es decir a unos 4.50 pesos, en un país que jamás podría catalogarse como “república bananera” lo que sí somos nosotros que exhibimos un monstruoso súper taponero parque vehicular preñado de jeepetas mientras se ha tenido que importar hasta azúcar de caña, arroz y habichuelas porque la producción agrícola nacional se ha vuelto una porquería.

Es inevitable hablar de política donde todavía los funcionarios, líderes y sus esposas se disputan el protagonismo en la prensa repartiendo cajas navideñas a los más pobres que, a su vez, se empujan amontonados por ser los primeros en las filas que ya son emblemáticas de la miseria nacional, tan grande en lo ético como en lo material.

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