Temen Bolsonaro aisle Brasil con cambios política exterior

Temen Bolsonaro aisle Brasil con cambios política exterior

In this Oct. 28, 2018 photo, presidential frontrunner Jair Bolsonaro waves after voting in the runoff election in Rio de Janeiro, Brazil. President-elect Bolsonaro has often expressed admiration for U.S. President Donald Trump, and appears poised to try to follow him in foreign policy. (AP Photo/Silvia Izquierdo)

El presidente electo Jair Bolsonaro ha expresado reiteradamente su admiración por Donald Trump y parece dispuesto a seguir los pasos del mandatario estadounidense para hacer una reforma radical en política exterior que, los expertos advierten, podría aislar y perjudicar a Brasil.
Bolsonaro, quien asume el poder el 1 de enero, prometió retirar al país más grande de Latinoamérica del acuerdo climático de París, unirse a un puñado de países que han trasladado sus embajadas en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, y adoptar una postura dura en contra del presidente de Venezuela Nicolás Maduro.
El excapitán del ejército, quien ganó notoriedad como congresista debido a su lenguaje violento y comentarios ofensivos, también ha criticado frecuentemente a China, principal inversionista extranjero de Brasil.
Su plan a grandes rasgos ha provocado que diplomáticos, analistas políticos y exfuncionarios gubernamentales lancen advertencias de que esas acciones podrían aislar a la potencia regional en lugar de otorgarle apertura a nuevos mercados, algo que Bolsonaro dijo que quiere lograr promulgando una privatización generalizada de las industrias estatales.
«Si Bolsonaro hace lo que dice, Brasil no tardará en volverse un paria en la comunidad global», dijo Rubens Ricupero, un exministro de finanzas y medio ambiente. «Brasil tiene 50.000 problemas por resolver. Quiere darnos problemas que no tenemos a cambio de nada».
Los comentarios de Bolsonaro, una figura sumamente polémica en su país, han agraviado a distintos sectores. Llamó «desperdicio humano» a los refugiados que huyen hacia Europa, lo que indignó a países de África y Medio Oriente, e irritó a China al visitar Taiwán, a quien Beijing considera una provincia disidente.

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