PARIS (AFP).- El violento sismo que devastó el sudeste de Asia comporta un riesgo de epidemias, principalmente de enfermedades diarreicas y respiratorias, más o menos elevado en función del nivel de salud e higiene de cada país, según los expertos.

   El salvamento de los supervivientes y atención a los heridos, ya difícil a causa de las devastaciones (carreteras, puentes, comunicaciones cortadas), es todavía más complicado por la extensión geográfica del desastre, ya que no permite concentrar los esfuerzos en un sólo país o zona.

   Varios estados, principalmente India, Sri Lanka, Indonesia, Malaisia, las islas Maldivas y Tailandia, resultaron afectados por el maremoto y el sismo, que ha causado más de 23.000 muertos, según un balance provisional.

   «Abrigos, tiendas, protectores, agua potable, comida, utensilios domésticos y mosqueteras, se esperan como necesidades prioritarias para los siniestrados», explica el jefe del departamento de Asia y Pacífico en la Federación de la Cruz Roja, Simon Missiri.

   «La principal amenaza reside en las enfermedades (que implican) agua, en particular el paludismo y la diarrea, y las infecciones de las vías respiratorias», comenta otro responsable de la Cruz Roja en Ginebra, Hakan Sandbladh.

   El acceso a agua potable, jabón y la evacuación de las aguas residuales son estratégicos para prevenir las epidemias ligadas a los gérmemes fecales, como las enfermedades diarreicas del tipo de la cólera, transmitida por aguas contaminadas de excrementos humanos o alimentos en descomposición. La fiebre tifoidea también puede desarrollarse en estas condiciones.

   «El riesgo varía según el país y la región afectados (nivel del sistema de salud, economía, epidemia ya presente…)», se recuerda en la organización Médicos sin Fronteras (MSF).

   Las catástrofes amplifican las enfermedades endémicas previamente presentes más o menos de forma discreta. El riesgo de un aumento de casos tras un sismo se incrementa por los daños en las redes de captación y transporte de agua, interrupción de los servicios de salud (vacunas) y ausencia de lucha contra transmisores como mosquitos o roedores.

   El maremoto y las inundaciones posteriores favorecen las enfermedades por insectos, como el paludismo y el dengue, que se reproducen en las aguas estancadas.

   «Otro de los riesgos procede de las concentraciones de población cuyas casas han sido destruidas», alerta el doctor de MSF Pauline Horrill.

   El reagrupamiento de personas en campos de refugiados, en condiciones de vida precarias «acelera estas transmisiones, sobre todo de las infecciones respiratorias, como la rubeola», añade.

   Las diarreas, que provocan mortalidad infantil, necesitan a su vez de una rehidratación. Pero, para ello, hay que atender y alimentar a los niños con alimentos líquidos y ayuda de una sonda nasal.