Temen colapso edificio escuela primaria de Bánica

Temen colapso edificio escuela primaria de Bánica

POR MARIEN ARISTY C.
Higüerito, Bánica.- Recibir docencia en la Escuela Básica Francisco Sergio Castillo es hacer una arriesgada apuesta al destino: las profundas grietas de sus paredes y vigas han hecho del centro educativo un espacio tan vulnerable que en cualquier momento puede colapsar.

Mientras eso sucede, ante el  temor de los ocho maestros y los doscientos diecinueve estudiantes que se juegan la vida en este lugar todos los días, las autoridades se olvidan de terminar el nuevo plantel que fue iniciado en el año 2001 pero fue dejado a medio construir desde hace más de tres años.

A pesar de la fecha en la que se detuvieron los trabajos, la Secretaría de Educación no puede alegar ignorancia puesto que la última vez que aparecieron obreros por allí fue hace un mes.

En aquella oportunidad, como cuenta el profesor Carlos Ramírez, los obreros empañetaron unos de los techos. El trabajo estuvo tan mal hecho, sin embargo, que una parte del empañete ya se desplomó.

VICIOS DE CONSTRUCCIÓN

Con vigas que sólo tienen una varilla y bloques que ni siquiera se rellenaron, la construcción de esta escuela que data del año 1976 parece haber estado muy viciada. Por eso hoy este plantel no es más que la suma de muchas grietas, de pisos hundidos y de malos presagios que se multiplican cada día.

«Nuestro problema más grave es el asunto del agrietamiento. Hay aulas que ciertamente ya están clausuradas (tres) porque ciertamente ya no pueden albergar al estudiantado; hay pisos que se han hundido completamente e inclusive hay aulas en las que han comenzado a caerse las vigas de amarre. Aquí estamos trabajando bajo una amenaza latente de una catástrofe», se quejó el profesor Carlos Ramírez.

Por otro lado, el director de la escuela dice que teme por la integridad física de los que están en el lugar porque la escuela está mal construida. «Las columnas que le pusieron están mal, donde mandaba una columna de cuatro varillas le pusieron pedacitos de varillas. El material también fue muy malo», dijo Aquiles Lagares Jiménez.

CUANDO COMER NO ES PRIMERO

Si estar en la escuela representa un problema de supervivencia para estos niños, la irregularidad en la entrega de las raciones del desayuno escolar es un desagradable agregado: aunque lo reciben cada dos meses, la cantidad es tan limitada que sólo alcanza para servir las raciones durante dos o tres semanas.

Esto implica, tal como sostiene Lagares Jiménez, que los niños se pasan más de un mes sin comerse el locrio de «pica pica» que les sirven como «desayuno escolar» (por estar enclavada en uno de los municipios fronterizos, donde las condiciones de vida son tan precarias, los niños de esta escuela reciben una comida pesada).

«Los alimentos sólidos en lo que va de año sólo han venido dos veces y es una poquedad de tres sacos de arroz, nueve galones de aceite y, a veces, unas nueve fundas de harina y noventa y nueve latas de sardinas. Eso debe rendir para dos meses pero nada más alcanza para dos o tres semanas. Después no se les da nada», dijo Lagares Jiménez a l tiempo de agregar que la leche sólo ha llegado dos o tres veces.

Es tanta la miseria que rodea a estos niños y tan poco lo que reciben, como se quejaron algunos, que ni quiera cuentan con árboles que les den la sombra necesaria para poder recibir las clases al aire libre. Aunque suena duro, y ante la imposibilidad de tener un plantel en condiciones, el sueño de muchos de estos pequeños es no tener escuela pero estar seguros.

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