Temen desplome de escuela en Manganagua

Temen desplome de escuela en Manganagua

POR MARIEN A. CAPITAN
Con paredes y techos surcados por profundas grietas, los maestros y vecinos de la Escuela Aníbal Ponce, ubicada en Manganagua, temen que algunos de los cursos del plantel puedan desplomarse en cualquier momento.

“Nosotros no pensamos que se iba a hablar de la apertura de la docencia hasta que no arreglaran la planta física. Nosotros estamos bajo una amenaza. Tememos que se desplome la escuela, que se caiga alguna pared y nos aplaste a todos“, aseveró la profesora Bélgica de los Santos.

Sumado a este problema,  está el del hundimiento de los suelos del pasillo y casi todos los cursos del primer nivel. “Son las matas que hay que cortar. Son las raíces que están dañando todo. Esos árboles no se pueden sembrar por aquí. Incluso están tapando los baños y levantando la planta física”, señaló de los Santos.

Tal es la situación, manifiesta de los Santos, que tuvieron que sacar una de las aulas de servicio. Tras mostrar hasta qué punto está desnivelado el suelo, de los Santos sostuvo que temían que los niños accidentaran. Por ello, ahora usan el curso como cuarto de desahogo.

Adivinar lo que se puede encontrar en ese cuarto no es difícil: un montón de butacas rotas y oxidadas que se suceden unas a otras en espera de que alguien las rescate y repare. Mientras eso sucede, los maestros aseguran que necesitan butacas.

A PESAR DEL MILLONCITO

La falta de mantenimiento es otra constante en esta escuela: la verja está al punto de caer, la pintura está descascarada y los rayones se reparten por todos los rincones. El plantel se ve viejo, gastado, parecería como si fuese un edificio abandonado.

En cierta medida, indica José Lachapelle, padre de cuatro niños que estudian aquí, esa es la realidad de la escuela: ha sido dejada a su suerte desde hace casi diez años, cuando se pintó por última vez.

“Nadie se acuerda de esta escuela, ni siquiera porque estamos pegados al Milloncito. Deberían hacer algo aquí, esto no se pinta desde el primer año del otro gobierno de Leonel”, manifiesta recordando que aquello fue en el 1996.

Por eso, indica Lachapelle, no es extraño que el baño esté lleno de filtraciones y los plafones sean ya cosa del pasado. Tampoco que haya ventanas rotas o que las puertas de los sanitarios y algunas aulas hayan desaparecido.

Al hablar de las instalaciones eléctricas, maestros y padres manifiestan que a veces temen por la seguridad de sus hijos: como no hay interruptores, los alambres están al aire y representan un peligro.

Pasando a la seguridad, el vigilante del plantel se quejó de que hace días intentaron forzar las ventanas para entrar al lugar. Como lo único importante que tienen son los inodoros, al señor se le ocurrió la brillante idea de clavarlos al suelo. “Yo los condené para no vayan a robárselos, a eso es que más miedo yo le tengo”, sostuvo.

Lamentando que en la escuela no tengan de nada y que sus diligencias por darle mantenimiento siempre sean infructuosas, Lachapelle aseguró que los padres estarían en disposición de limpiar y pintar la escuela si les entregan los materiales.

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