SAO PAULO. AFP. Michel Temer quería salir de la sala de máquinas del poder brasileño después de tres décadas en las sombras. Ahora está a punto de convertirse en presidente. Por fin, los focos le buscan a él. En caso de que Rousseff sea declarada culpable de maquillar las cuentas públicas, será presidente hasta 2018. Sonriendo y en mangas de camisa, Temer siguió hace tres semanas desde su despacho el golpe crucial que asestaron los diputados al mandato de quien fue su compañera de gobierno durante cinco años. Una imagen demasiado explícita para este estratega de andar erguido y aire distante. Pero el líder desde hace 15 años del clave PMDB ya llevaba meses coqueteando con un protagonismo que siempre le rehuyó. Hasta que en marzo dio el paso definitivo al orquestar la salida de su decisivo partido de la coalición de gobierno.