Temor a la ley

Temor a la ley

Una campaña alusiva al cumplimiento de la ley está en estado embrionario en manos de una serie de organizaciones de la sociedad civil, para promover que el país logre un grado de institucionalidad importante en los distintos escenarios donde el incumplimiento a la ley provoca cuestionables conductas que de alguna forma afectan el desarrollo colectivo.

Una primera tentación de esta campaña sería identificar cuál es la ley a la que alude. Obviamente que no es una ley individual, sino toda ley que resulte violentada por la actividad, inacción, omisión, negligencia, intolerancia, fuerza, poder, imposición u otra forma de maniobra que impida que ella cumpla con su objetivo.  En términos generales la ley ordinaria, moral o ética, en su cumplimiento, debe ser una evocación a la mejor convivencia humana, reconociendo y respetando el derecho del otro, promoviendo una conducta social que promueva la paz y la justicia y el debido equilibrio social. 

La exhortación no debe constituir una alusión exclusiva a la clase política, la que sin duda ocupa el primer lugar en la alineación y que neutraliza el asombro natural, sino que debe ser inclusiva para todos los ciudadanos que de una u otra forma, al doblar en cada esquina, nos encontramos con alguna regla, normativa, disposición, ley o como prefiera llamarla, que regula nuestra interacción social.

Desde el tránsito caótico hasta la disposición de la basura en frente de nuestras casas, el pago de impuestos, la energía eléctrica y demás servicios públicos, el respeto al derecho a una buena vecindad, la obligación del buen gobierno municipal, judicial, legislativo y ejecutivo,  tienen que estar a la base de una campaña sobre cumplir la ley.

Nadie está libre de que, en cualquier momento, un silbato amarillo de llamada de atención y exhortación al cumplimiento de la ley llegue a sus oídos.

Cumplir la ley requiere un sistema que se active ante su violación, que inicia en la consideración moral y ética del individuo compelido a su cumplimiento y culmina con el temor a la sanción, lo que parece haber ido cediendo espacio precisamente por la inoperancia del sistema. En todo escenario, el incumplimiento a la ley corrompe, pervierte, daña, vicia el equilibrio y  armonía de la convivencia humana. De ahí que la exhortación nos concierne a todos.  

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