Temor al FMI puede incendiar país

Temor al FMI puede incendiar país

POR FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Como un dogma de fe se da por sentado que si no hace una reforma fiscal como la sugerida por los técnicos del PLD y de agrado al FMI, el país podría precipitarse en una situación muy calamitosa, en que se le consideraría como un paria internacional, y los demás países, le rehusarían su ayuda, de manera que sufriría un conflicto social de grandes proporciones y peligrosos estallidos sociales de envergadura.

Todas las opiniones y acciones parecen dirigidas a complacer al FMI de manera que se apruebe una reforma fiscal que llevaría más pobreza a casi todos los sectores sociales, y no resolvería en nada lo que se propone en cuanto a estimular el crecimiento.

La forma de como se quiere enfrentar el problema del déficit cuasi fiscal y los grandes compromisos contraídos por la quiebra de tres bancos, arranca de la premisa que es necesario garantizarle su dinero a los acreedores, estimulador de un endeudamiento externo muy delicado y sin haberse convertido en un mayor desarrollo nacional pero preludio de severas confusiones sociales, peores a las derivadas de la quiebra de esos bancos.

Los arreglos con el club de París, así como los compromisos con el FMI y el Banco Mundial, es de que se le asegure a los acreedores el dinero que tan alegremente se recibió. Ese dinero se originó en préstamos de dudosa recuperación, que van desde los sombreros de panzas de burro de la AMET, pasando por la pésima señalización vertical-horizontal de la autopista Duarte, en que ya han desaparecido unas inoperantes señales plásticas que duraron lo que una cucaracha en un gallinero, hasta terminar en los recién llegados helicópteros de fabricación norteamericana, como señal de que es una compensación a los equipos militares adquiridos en España, y que se constituyen en verdaderos lastres económicos. Todos los esfuerzos del FMI es para que los prestamistas aseguren la recuperación de su dinero.

Si se persiste en una reforma fiscal, como temor de que si la misma no se aprueba perjudicaría el crédito del país y que el FMI no acudiría en ayuda a las necesidades nacionales, se caería en un error y podría conducir a situaciones mucho más calamitosas a las provocadas por el pésimo gobierno del PRD, que concluye en unas tres semanas su mandato. Por lo tanto es necesario ponderar que si el país tiene capacidad, y la tiene, de sacudirse del lastre de la corrupción que ha sido el mal mayor que ha perjudicado a la economía, se podría estar en condiciones de emprender un camino de la recuperación que le haga ver a los organismos internacionales de que si el FMI quiere ayudar, debe ser en los términos dominicanos, no que las presiones estén determinadas a asegurar que los prestamistas al gobierno perredeísta, que les abrió las puertas a toda clase de crédito que tenían aseguradas jugosas comisiones, para entonces con madurez y responsabilidad, hacerle frente a una deuda externa duplicada en cuatro años, donde hay tantos préstamos dudosos, solo generadores de beneficios de los testaferros que los diligenciaron.

El FMI mide con la vara de la sospecha a todos los dominicanos en vista de que fue engañado dos veces por el gobierno del PRD y del PPH. Su objetivo era recibir una famosa inyección de dólares que le permitiera un respiro a las agobiadas reservas de divisas del Banco Central. Este se encuentra embarcado en el más funesto negocio de los certificados que devengan intereses de hasta el 60%, que ya se ha convertido en una bola de nieve y amenaza con desestabilizar malamente los planes que tenga el próximo gobierno para corregir todos los entuertos, fruto de la incapacidad y de las ambiciones de las actuales autoridades.

Por lo dicho en el párrafo anterior, el FMI ha endurecido los términos de sus condiciones para aflojar recursos frescos; busca empujar al nuevo gobierno del PLD a una reforma fiscal destinada a buscar el dinero para garantizar las acreencias internacionales, pero precipitaría en la pobreza al país ya que se paralizaría por completo todo el aparto productivo de la Nación y se frenaría el crecimiento de la producción por el aumento de los pobres que no podrían consumir nada, apenas lo indispensable para el sostenimiento cotidiano.

La reforma fiscal, tal como ha sido estructurada, solo acarrearía pobreza y descontento. A la vez empantanaría, antes de comenzar, al PLD en su segunda gestión constitucional. El PLD tiene capacidad para «eficientizar» y «austerizar» el gasto público con la eliminación del torrente de desperdicio de dinero, que pese a recaudarse más de $10 mil millones de pesos mensuales, no alcanza debido a la corrupción existente, devoradora de la riqueza nacional, y responsable del descrédito del PRD al final de su mandato.

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