FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El próximo día 31 finaliza el exitoso programa que el Gobierno dominicano ha llevado a cabo por tres años bajo la tutela y vigilancia del Fondo Monetario Internacional (FMI) con lo cual el país ha logrado consolidar un proceso económico y de recuperación admirable, y se ha convertido de nuevo en objeto de crédito y confianza para las inversiones y de las instituciones financieras internacionales.
El Acuerdo Stand By con el FMI, que finaliza en dos semanas, ha permitido llevar a cabo acciones que antes eran atemorizantes cuando un país se entregaba en los brazos del FMI con sus rígidas condicionalidades que, por lo general, terminaban en severas conmociones sociales con una gran secuela de muertos y desestabilizaciones monetarias, llevando el valor de la moneda a niveles de pobreza.
Sin embargo, lo ocurrido en el país en los pasados tres años, es para enorgullecer, no solo a los temidos funcionarios y expertos del FMI, sino a las autoridades financieras y bancarias del Gobierno y del Banco Central, que han sido firmes en las metas y alcances del acuerdo. Esa rectitud ha llevado a que el país haya sostenido en los pasados tres años índices de crecimiento por encima del 8%, niveles de inflación por debajo del 10%, reservas increíbles en divisas por encima de los 1,500 millones de dólares y mantener una tasa de cambio que ha fluctuado entre el 32 y el 34.5 por 1.
Sacudirse de la tutela vigilante del FMI, en estos momentos previos al evento electoral del 16 de mayo, sería una acción política muy conveniente para el Gobierno, que consideraría que tendría el camino libre para aumentar los gastos corrientes como soporte imprescindible para la dispendiosa campaña electoral de compra de lealtades y saturantes inversiones en promoción. Esto lo estamos sufriendo en los spots televisivos, que tanto el Gobierno como la oposición, saturan los juegos de béisbol del round robin y de la serie final. Ese nivel de gastos oficial y opositor, para disfrute de los dueños de las cadenas televisivas, es altamente preocupante; no hay dudas que está muy por encima de lo que una campaña podría soportar con transparencia contable, si fuera con aportes identificables por su procedencia de los simpatizantes.
Decirle adiós al FMI, después que resultó el freno eficaz y el canal que condujo al país a recuperar el prestigio crediticio y clima de inversiones a raíz del desastre provocado por la ineptitud de la administración del PRD en el primer cuatrenio del siglo XXI, es una acción desleal y sospechosa y de un sector del gobierno que pretende tener mano suelta para sus gastos de campaña.
En los pasados tres años, la vigilancia y tutelaje del FMI no representó una soga al cuello al Gobierno, el cual pudo aumentar sus gastos corrientes, inflar la nómina estatal y autónoma con sueldos lujosos para los tránsfugas de lealtades políticas, que se han adherido al proyecto reeleccionista, y sostener un programa de solidaridad con el visto bueno del FMI, que como una ayuda simbólica llega mensualmente a miles de familias que en cierta forma son parte del andamiaje reeleccionista.
Ya con el conocimiento que el FMI termina su programa de ajustes y vigilancia el próximo día 31, se han comenzado a disparar los precios de los artículos de consumo, la tasa de cambio ha mostrado un nervioso proceso alcista, muy inusual para este primer mes del año cuando el ingreso de divisas es notable por el aumento de la llegada de turistas boreales y las remesas de los ausentes inundan al país que vienen a disfrutar de la época navideña. Ya no hay dudas que ese nerviosismo son los primeros síntomas que incidirían en la marcha de la economía que tan eficazmente se había desenvuelto bajo la tutela del FMI sin las presiones políticas, llegando a controlar el déficit cuasi fiscal y proceder a la capitalización del Banco Central con efectivas medidas de disciplina fiscal y contando con un apoyo político superior.
La mayor estrella que brilla en el cielo del gobierno del PLD ha sido su admirable proceso de recuperación económica, impulsado por valiosos economistas y experimentando elevados índices de crecimiento. El control de la inflación y reservas en divisas como nunca antes en la historia son joyas preciosas que no pueden empeñarse por la codicia de quienes, si ven que hay tan excelentes resultados macro económicos, que no sea para hacerle fiesta a los recursos en este período electoral. El nerviosismo apabulla al oficialismo y creen que podrían verse desplazados del poder por una banda opositora que hace cuatro años llevaron al país a la quiebra por su incapacidad en no saber administrar y sumergirlo en el descrédito de convertirnos en un narco Estado. Que la sensatez predomine y se decida conservar al FMI como la garantía para un correcto manejo de la economía.