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EFE. Reportajes. Millones de turistas y peregrinos visitan Roma cada año y muchos lo hacen en diciembre, atraídos por la agenda religiosa del Vaticano relacionada con la Navidad.
Un imponente portal de Belén levantado en la Plaza San Pedro, una tradición que fue instaurada por el papa Juan Pablo II en 1982, se erige junto un enorme abeto, decorado e iluminado, que también cada año reina en el centro de la columnata de Bernini y que acompañará las fiestas religiosas y las misas del papa Benedicto XVI.
La Basílica de San Pedro con su imponente cúpula, de 42 metros de diámetro y 135 de altura, puede ser el inicio de un itinerario por los sitios más emblemáticos de Roma. Vale la pena recorrer y admirar los detalles arquitectónicos y las obras de arte que albergan los 22,000 metros cuadrados de superficie de la Basílica.
Al subir los 330 escalones se puede admirar de cerca el interior de la cúpula, diseñada por Miguel Ángel, pero también tener una vista privilegiada de la ciudad.
Quien quiera tener una vista muy singular de la Basílica de San Pedro debe subir a una de las siete colinas de Roma: el Aventino.
El visitante deberá espiar por la cerradura del portal del Priorato de los Caballeros de Malta, conocido como Il buco (El hueco) para observar, enmarcada en los jardines, la cúpula de la Basílica, ubicada a varios kilómetros de distancia.
Iglesias con sus respectivos belenes. Roma tiene más de novecientas iglesias y todas ellas cuentan con un peculiar Belén. Por eso es necesario hacer una selección de entre aquellas que destacan por alguna particularidad.
La lista podría empezar con una de las cuatro basílicas que hay en Roma: la de San Pablo Extramuros, levantada en el lugar de la sepultura del apóstol y la más grande después de San Pedro.
Su fachada muestra delicados y llamativos mosaicos que, de seguro, habrán contribuido a entrar en la lista de la UNESCO de Patrimonio de la Humanidad.
En la basílica de Santa María de los Ángeles y de los Mártires, los rayos del sol se filtran por un orificio situado en la ventana de la nave derecha que indica la hora exacta cuando la estrella polar está en su cénit.
Algunas iglesias albergan verdaderos tesoros artísticos. Una de ellas es la iglesia San Luis de los Franceses, que contiene tres obras de Caravaggio: La vocación de San Mateo, El martirio de San Mateo y San Mateo y el ángel.
Otra joya del arte al resguardo de una iglesia es el Moisés de Miguel Ángel, que se encuentra en el interior de San Pedro en Vincoli.
El tesoro que alberga el centro de Roma. Roma brinda muchos lugares de interés que se pueden conocer en pocos días, dado que buena parte se concentra en el centro de la ciudad.
En la Plaza del Capitolio, diseñada por Miguel Ángel, además de la sede de la administración municipal se encuentran los Museos Capitolinos, donde se exhiben unas doscientas obras de pintores del Renacimiento.
Muy cerca, en Plaza Venecia, está el enorme monumento a la patria, llamado cariñosamente La máquina de escribir: el Vittoriano, construido para rendir tributo al primer rey de Italia, Vittorio Emmanuele II.
Desde su cima también se puede tener una panorámica de la ciudad.
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De templo pagano a iglesia
El Panteón es otro lugar que no debería dejar de visitar. Con casi dos milenios de construcción, se erige imponente y regala a los visitantes una visión particular de un templo pagano convertido en iglesia. La abertura de nueve metros de la magnífica bóveda no deja indiferente a ningún visitante.
Además de las iglesias, Roma es la ciudad de las plazas y las fuentes. Las más emblemáticas son, sin duda, la Plaza de España, con su escalinata de la Trinidad de los Montes, que conduce al templo homónimo y Plaza Navona, que exhibe la gran Fuente de los Cuatro Ríos, obra maestra de Bernini y que en diciembre se llena de tenderetes que venden recuerdos y artesanías. Pero de todas las fuentes, la que encabeza la lista es la Fontana de Trevi, inmortalizada por Federico Fellini en su filme La Dolce Vita y visitada por decenas de miles de turistas que prueban suerte y piden deseos.
