Temporada ciclónica

Temporada ciclónica

La meteorología le lleva a la sismología la ventaja de que son mayores las posibilidades de aproximación a la verdad en los pronósticos.

Esa ventaja es la que permite acercarse a lo cierto en el número de huracanes que habrá en una temporada y cuántos de ellos podrían azotar o amenazar determinados territorios.

En el caso nuestro, se dice que al menos una docena de perturbaciones atmosféricas amenazarían o tocarían el territorio nacional, sin que sea posible adelantarse a los efectos.

Ya sabemos, por resultados de temporadas anteriores, cuáles zonas del país son susceptibles de sufrir los rigores de inundaciones severas, con perjuicios humanos y económicos de importante magnitud.

En el país, como tal, los planes de emergencia surgen sobre la marcha, cuando la amenaza y el peligro son inminentes. La prevención de desastres está lejos de ser uno de nuestros puntos fuertes, y la mitigación de efectos deja mucho que desear.

No aspiramos a que empecemos desde ya con aspavientos y alarmas innecesarias, sino que fríamente sean mantenidos bajo observación los puntos habitados más propensos a sufrir daños.

La orientación de la población, cuando se realiza a tiempo, permite ganar terreno y disminuir riesgos de tragedias humanas, aunque hay que reconocer que las fuerzas de la naturaleza suelen sorprendernos a veces. ¿Acaso alguien imaginó alguna vez que una parte de Jimaní iba a ser arrasada precisamente por el desbordamiento de un río?

La temporada ciclónica del presente año está a la vuelta de la esquina y cuanto más prevención dispongamos, menos serán los riesgos de tragedia.

Comencemos porque la población conozca con exactitud la ubicación de los refugios y las cosas que debería hacer o no hacer en situaciones de emergencia. Manos a la obra.

De mal en peor

El Gobierno de los Estados Unidos, una de las naciones que dice ser amiga de Haití, ha aconsejado a los familiares de diplomáticos y empleados de su embajada en Puerto Príncipe que abandonen esta convulsionada nación por falta de garantías para su seguridad.

La recomendación fue hecha a raíz de que un vehículo blindado ocupado por personal de la embajada estadounidense fuera atacado a tiros al norte de Puerto Príncipe, sin que se produjeran bajas.

Fuerzas de Estados Unidos y otros países tienen presencia en Haití desde el derrocamiento de Jean Bertrand Aristide de la presidencia. No ha habido forma de afianzar el orden y poner bajo control a grupos armados que mantienen un estado de terror e ingobernabilidad.

Por supuesto que se nota mucho la falta de interés y esfuerzo por institucionalizar este paupérrimo vecino de la República Dominicana, en comparación con Irak, más grande, beligerante y lejano, donde ya se ha establecido un gobierno surgido durante la ocupación militar.

La recomendación del Gobierno de Estados Unidos a su personal en Haití es preocupante, pues demuestra que las cosas van de mal en peor y que no parece haber interés suficiente por ponerles remedio.

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