Ten cuidado con tus gemidos: las terribles consecuencias de fingir tus orgasmos

Ten cuidado con tus gemidos: las terribles consecuencias de fingir tus orgasmos

Apunta Suzanne Lachmann, psicóloga clínica afincada en Nueva York, que al comienzo de una relación heterosexual, cuando la mujer aún no se siente cómoda y segura, la presión puede dificultar la experimentación de un orgasmo.

De acuerdo a la página “elconfidencial”, se ha comprobado que uno de los aspectos más estimulantes para un hombre en la relación sexual heterosexual es el de ser capaz de excitar notablemente a la mujer. Así, las mujeres han aprendido a ser expresivas durante el acto sexual (sea dicha manifestación real o fingida) para hacer que sus parejas disfrutan más.

Lachmann explica en un artículo del Psychology Today las principales consecuencias que tiene esta actitud.

Los problemas de fingir un orgasmo. Fingir un orgasmo es peliagudo y, más allá del hecho de que faltamos a la honestidad, podemos encontrarnos con consecuencias muy contraproducentes. El gesto nos soluciona la papeleta a corto plazo, pero a la larga no nos ayuda en absoluto. ¿Por qué?

Podemos generar expectativas irreales. ​Fingir los orgasmos hace que parezca increíblemente fácil que los experimentemos, por lo que sentamos las bases de unas expectativas que no se corresponden con la realidad. El hombre creerá que siempre sucederá con esa facilidad y no será fácil salir de ese círculo vicioso.

Aumenta la presión interna. La presión que se genera al desencadenar esa dinámica dificulta aún más la capacidad de la mujer para experimentar un orgasmo. Por otro lado, la facilidad con ella parece alcanzarlo hará que el hombre se relaje y considere que tampoco debe hacer mucho para que esto suceda.

Empeora la capacidad de la mujer de tener verdaderos orgasmos. Como se ha señalado, la dinámica en que se entra si empezamos fingiendo los orgasmos impide la obtención de uno real y disminuye las posibilidades de que esto ocurra.

Las desventajas del porno. Lachmann señala, además, que del mismo modo que las mujeres generan unas expectativas irreales al simular que alcanzan el orgasmo fácil y rápidamente, el porno tampoco contribuye a la hora de proyectar unas expectativas reales. En el porno (en una gran parte del mismo) el objetivo único es que la mujer alcance el orgasmo, y éstas lo hacen en este tipo de vídeos eróticos con sencillez y rapidez. En ese sentido, el porno también apunta a la inseguridad masculina cuando ven que el orgasmo de su compañera tarda bastante más en llegar que el de cualquier actriz porno.

La sinceridad. Considerado lo dicho, parece claro que lo mejor que puede hacer una mujer en la cama es ser sincera: con lo que le gusta y con lo que no, pero también con el grado de expresividad que muestra y con lo placentero que le está resultando todo realmente. Hay dos razones por las que no fingir un orgasmo que Lachmann considera de peso:

1. Por mucho que esté influenciado por la pornografía o por las expectativas falsas que una mujer ha generado, en la vida real un hombre lo que quiere es que el orgasmo de ella sea real.

2. Aunque lleve más tiempo, es más sencillo experimentar un orgasmo si ella no ha creado trampas mentales y expectativas irreales que limitan todo el proceso.

La sinceridad a este respecto permite al hombre conocer mejor y de verdad el cuerpo de su partenaire, de modo que alcanzar el orgasmo sea algo natural, divertido y placentero. Además, la honestidad en la pareja suele liberarnos de cualquier presión a la que nos sintamos sometidos, haciendo que todo suceda de manera más relajada.

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