Los biólogos moleculares como el italiano Dr. Marco Ruggiero, (revista Mente Sana, 131) sustentan que tenemos “cuatros” cerebros: dos compuestos por células humanas y otros dos formados por células bacterianas. Todos ellos, afirman, se encuentran en estrecha relación y en constante interrelación y estos determinan nuestro estado de ánimo. Veamos su propuesta: el primer cerebro, es el conocido situado dentro de nuestra cavidad craneana, el cual está compuesto por unos 100 billones de neuronas que forman el primer cerebro, que es el que conocemos todos. Este complejo procesador de información no trabaja solo: está en constante interrelación con el segundo y tercer cerebro. El segundo cerebro, 500 millones de neuronas localizadas en las paredes del intestino, regulan la motilidad intestinal e intervienen en diferentes procesos neurológicos y psicológicos.
El tercer cerebro, billones de bacterias y otros microorganismos ubicados en el intestino, actúan como un cerebro no humano, produciendo distintos neurotransmisores, como por ejemplo la serotonina. El cuarto cerebro, que es el menos conocido, fue el último en descubrirse. Está formado por microbios –comunes en el suelo y el agua- que residen en nuestro cráneo, y están en interacción con el primer cerebro. Veamos los detalles por ellos sustentados: el primer cerebro, es el órgano rector el que todos conocemos, compuesto por células humanas especializadas llamadas neuronas y células gliales. Estas células forman conexiones similares a los circuitos electrónicos de las computadoras y está aceptado que es donde tienen lugar las funciones neurológicas más complejas que realiza el humano tales como el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones y otras acciones superiores, las que dependen de la habilidad de estas células para formar redes neuronales y circuitos cuyas estructuras varían en función de las necesidades de adaptación al mundo en que vivimos. Esto no es más que la llamada “plasticidad cerebral”.
El segundo cerebro está formado por una serie de neuronas incrustadas en las paredes del tracto intestinal, puede operar de forma autónoma y, habitualmente se comunica con el primer cerebro a través del sistema nervioso parasimpático (el nervio vago conecta el intestino con el cerebro ubicado en nuestras cabezas) y también el sistema simpático. Es el llamado plexo solar o celíaco, situado detrás de estómago a nivel de la primera vértebra lumbar, paquete neuronal que reúne a ambos sistemas. Es el “padrejón”, la “boca del estómago”, la “madre” en el argot popular criollo. Este “segundo cerebro” está formado por 500 millones de neuronas, lo que representa cinco veces el número de neuronas que se encuentran en la médula espinal. Está demostrado científicamente que condiciones como la enfermedad de Parkinson y otras entidades psicológicas pueden iniciarse en esta área intestinal.
El tercer cerebro, está compuesto por una amplia gama de microbios que viven y se desarrollan en nuestro intestino, conocidos como la macrobiótica intestinal. Se sabe que produce varios neurotransmisores y que influyen en las neuronas intestinales y en las cerebrales, teniendo importante influencia en nuestro comportamiento. El cuarto “cerebro” es un concepto muy novedoso y se refiere al conjunto de microbios que residen en el interior de nuestro cráneo. Se conocen desde hace tres años y curiosamente, solo están presentes en los cerebros de los humanos y de los primates. Son microbios comunes esos que encontramos en el suelo y el agua y se cree han sido transportados allí por las células de nuestro sistema inmunitario. Aún se investigan sus funciones, pero se cree que participan en el desarrollo de trastornos neurológicos y psiquiátricos, desde el Alzheimer hasta el autismo y desde la esclerosis múltiple hasta la esquizofrenia; sin embargo, esperemos el futuro a ver qué se determina. Algunos llegan a señalar que las alteraciones en estos dos últimos “cerebros” tienen gran influencia en nuestras conductas y los momentos de felicidad. El tiempo dirá si los podremos manipular para nuestro bienestar. Señalan también los científicos moleculares, que el ADN humano tiene 20,000 genes humanos y entre 2 millones y 8 millones de genes microbianos. En conclusión, desde el punto de vista de los genes, somos solo un 1% humano.