Tenemos que corregir rumbos

Tenemos que corregir rumbos

El modelo de desarrollo del país tiene elementos preocupantes. Por ejemplo, el crecimiento sostenido de la economía no influye para mejorar el desarrollo humano ni reduce el desempleo. El tamaño de la economía informal es demasiado grande en comparación con la formal. La fuerza laboral que impulsa la economía informal está desprotegida de reivindicaciones sociales vitales en estos tiempos, pero representa  una proporción importante en el universo de trabajadores.

Otro aspecto cuestionable es el origen de algunos de los factores de crecimiento de la economía. Muchos de los ingresos externos tienen un alto componente de deuda, con sus cargas por concepto  de servicios. La penalización local del consumo genera una buena parte del componente de crecimiento, mientras que permanecen virtualmente estáticos los niveles de las exportaciones, no sólo en lo que respecta a volúmenes, sino también en función de valor agregado.

Esos y otros factores hacen que el modelo de desarrollo sea muy vulnerable ante factores externos e internos. Si la economía crece, pero no influye lo suficiente en la creación de empleo y mejora de la calidad de vida, ese crecimiento obliga a acumular deuda social. El rumbo económico necesita uno que otro ajuste.

Sobre asuntos de seguridad

Aparte de Barrio Seguro, con sus limitados alcances, no parece haber en el país una política integral dirigida a mejorar los índices de seguridad ciudadana. La tasa de violencia y delincuencia se mantiene muy alta y no se ataca en sus raíces las causas que la generan. Y aunque la reincidencia en alguna medida se nutre de la falta de castigo a los actos delictivos, sería erróneo pretender echar toda la culpa a la Justicia, pues para llegar hasta esa jurisdicción hay que pasar por las de prevención, investigación y persecución.

Las causas sociales responsables del estado de inseguridad ciudadana están intactas. Barrio Seguro, por lo limitado de su alcance, no puede combatirlas. Tampoco tiene éxito la campaña de exterminio de delincuentes, bajo la clasificación de intercambio de disparos o cualquier otra que suprima los procesos institucionales. La Justicia es solo un eslabón -tal vez el último- en la cadena de lucha contra el delito.

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