Hoy 
MARIEN A. CAPITÁN
Una vez pensé que vivía en un país pobre. Me daba pena, incluso, pensar en su futuro. ¿Qué podría ser de él, en medio del caos y la ruina?, sopesaba con dolor. Hoy, sin embargo, descubro que estaba infinitamente equivocada: tan sólo era una ingenua. Las inversiones de nuestro gobierno fueron las que me quitaron la venda. Por ejemplo, ¿puede llamarse pobre a un país que invertirá US$35 millones en el Hospital Metropolitano de Santiago (HOMS)? Este centro, valga la aclaración, de hospital sólo tiene el nombre y algo de capital del Estado: es y será una institución privada.
Amén de que aún nadie nos ha querido decir cuánto se invertirá en esta magna obra, lo cierto es que el gobierno ya aportó US$25 millones y posteriormente dará los US$10 millones restantes. Ahora si traducimos eso a pesos, calculándolo a una tasa del 29 por uno, estaríamos hablando de la friolera de RD$1,015,000,000.
Otra inversión interesantísima es la que pretenden hacer para dar vida a la Ciudad Sanitaria, que sería una versión muy parecida a la Plaza de la Salud puesto que contaría con cuatro hospitales: uno de traumatología, otro de pediatría, otro materno y, por supuesto, uno general.
Estos cuatro hospitales, que se quieren instalar allá donde el diablo echó mil y absolutamente nadie lo escuchó, costarían US$ 90 millones, lo que significaría RD$2,610,000,000. ¿El problema con esto? Para comenzar, piensan trasladar al Darío Contreras, lo que costaría US$37.5 millones y alguna que otra vida que se perderá al llevar a los pacientes hasta la avenida Charles de Gaulle.
Por otra parte, es necesario reparar en el tipo de hospital que se necesita en esta zona de Villa Mella y Sabana Perdida: uno pequeño y funcional. Esta área, deprimida ciertamente, no necesita elegantes elefantes blancos (así le llaman a los mega hospitales) que son imposibles de mantener y dificilísimos de manejar.
Continuando con el área médica, que tan en boga está en estos días, tenemos que ayer la Secretaría de Salud Pública donó medicamentos y material odontológico valorados en RD$1,000,000 a cinco universidades privadas: la Pedro Henríquez, la Odontológica Dominicana, la Eugenio María de Hostos, la Iberoamericana y la Federico Henríquez y Carvajal.
La suma no es grande, en comparación con las otras que hemos mencionado, pero tengo que decir que me parece absurdo que el gobierno subvencione a instituciones privadas que le cobran una matrícula muy generosa a sus estudiantes.
Pasando a otras cosas, tenemos que el gobierno ha decidido construir una torre de diez pisos, un nuevo comedor, un hospital, una planta de tratamiento de aguas negras y otras cuantas cosillas más en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Aunque sabemos que la universidad estatal necesita mucho (sobre todo el arreglo de sus instalaciones sanitarias, que son un asco), creo que es más oportuno comenzar a arreglar lo que se tiene. Después, cuando se establezca cuántos miles de millones de pesos costarán (nunca se habla de inversiones menores), se puede pensar en hacer estas generosas obras.
Pensando y pensando, porque de vez en cuando lo hago, he reparado en que nuestro único problema es que nos quejamos demasiado. Tenemos mucho, demasiado, pero todavía no queremos reparar en ello: por eso, y no por otra cosa, continuamos asumiendo que somos pobres y nos tenemos que comportar como ellos.
Los que tenemos ese complejo, sin embargo, somos sólo unos cuantos. Locos, desubicados, atrasados y, estúpidos, sufrimos de taparnos hasta donde nos alcanzan las sábanas. Porque, ¿no es cierto acaso que la inmensa mayoría gasta más allá de lo que gana y vive rodando de deuda en deuda? Nuestro gobierno, como parte de la población, no escapa a esa riqueza de vitrina que, por más que se ostente, no se posee.
Pero es rico, sí. Rico en edificios, en fortunas ajenas, en proyectos, en intenciones, en dádivas, en contratas… pero jamás, nunca, lo será a la hora de ofrecer oportunidades, bienestar social y, por qué no, un sueldo justo a sus trabajadores. ¡Vaya autoridades que nos gastamos!
