Tenga cuidado con el segundo melodrama financiero de EEUU

<STRONG>Tenga cuidado con el segundo melodrama financiero de EEUU</STRONG>

Otra semana, otro “round de shadow boxing” (boxeo con un contrincante imaginario) al borde del abismo fiscal de EEUU. Pero mientras Washington y Wall Street nerviosamente tratan de averiguar si habrá una crisis fiscal de $600 millardos el 31 de diciembre, o si habrá un segundo potencial “abismo”, los inversionistas deberían estar vigilando, esta vez en relación a los bancos.

Al final de este mes, el programa denominado Garantía de Transacción de Cuenta (TAG por sus siglas en inglés), el cual la Corporación Federal de Seguros de Depósitos  (FDIC, por sus siglas en inglés) introdujo como una medida supuestamente “temporal” durante el apogeo del pánico financiero del 2008, está finalmente en vías de terminar.

Fuera de los rangos de los legisladores financieros y tesoreros corporativos, no muchas personas saben lo que es el TAG. Es una pequeña sorpresa: los esquemas de seguros bancarios son un misterio para la mayoría de entidades no-bancarias, y el TAG nunca sonó tan emocionante como lo hizo el rescate de AIG.

Pero pocos notaron que silenciosamente el TAG había tenido un gran impacto. Hasta que este fue introducido, la FDIC sólo garantizaba los primeros $250,000 de valor de los depósitos bancarios, significando que si las compañías o consumidores tenían cuentas que mantuvieran más que eso, ellos perdían dinero si es que un banco colapsaba.

 No obstante, bajo el TAG, la FDIC protege una suma ilimitada de dinero que es depositada en una cuenta que no devengue intereses.

En tiempos normales esa última advertencia podría ser un gran desincentivo para usar el TAG.

Pero estos no son tiempos normales. Por el contrario, mientras se han eruptado los temores sobre los bancos de la eurozona, las compañías e individuos ricos han estado cambiando a gran escala el dinero a lugares cruzando el Atlántico.

Y mientras los rendimientos de bonos han bajado, el costo relativo de usar el TAG, en relación a los bonos, ha bajado.

Algunos ahorrantes también han estado saliendo de los fondos del mercado monetario que no tengan protección. Como resultado, en los pasados dos años, el tamaño de las cuentas TAG se ha duplicado para alcanzar $1,500 millardos en el tercer trimestre de este año, representando un 13 por ciento de los activos bancarios. Por encima de la mitad de estas son de cuentas corporativas.

Esto plantea la pregunta crucial de los $600 millardos: ¿qué sucederá cuando ese TAG expire el 31 de diciembre? Martin Gruenberg, presidente de la FDIC, con esperanza insiste en que los bancos deberían ser capaces de manejar esto de una “manera ordenada”.

Después de todo, los bancos de la FDIC son mucho más saludables hoy que cuando el TAG fue introducido: en el tercer trimestre ellos contabilizaron sus mejores ganancias desde el 2006, y ahora hay “únicamente” 694 bancos en la lista “problema” de la FDIC, contra los 888 a principios del año pasado.

Además, los depositantes y banqueros, en teoría, han sabido por largo tiempo que el TAG terminaría, y han tenido el tiempo de prepararse.

Ciertamente, como informa mi colega Stephen Foley, algunas instituciones financieras ya están respondiendo en formas empresariales por medio del lanzamiento de formas innovadoras de fondos de bonos a plazos ultra cortos, para ofrecer a los tesoreros corporativos otro hogar para sus fondos.

Pero el problema crucial es el tamaño; sobre todo, la gran escala de ese TAG, en relación a otros mercados. Si los tesoreros corporativos se sienten suficientemente confiados sobre la salud de los bancos estadounidenses, e igualmente desencantados con otras opciones de inversión, ellos dejaran más de sus depósitos colocados después del 31 de diciembre, o los retirarán lentamente, entonces hay razón para pensar que este “abismo o precipicio” no debería causar una sacudida. Pero si hay una estampida de los fondos TAG, el dinero en movimiento puede no sólo desestabilizar los bancos, sino a los más amplios mercados de bonos también.

Los estimados de los fondos salientes varían. JPMorgan calcula “sólo” $100-$300 millardos saldrán; los analistas del Royal Bank of Scotland predicen dos veces esa suma. Pero si esos fondos salen, como se espera ampliamente, en tesorerías a corto plazo, entonces esto podría afectar los rendimientos dramáticamente. Verdaderamente, los grupos de gestión de inversión como Conning predicen que las tasas a corto plazo en EEUU podrían volverse fuertemente negativas el año próximo, como resultado de caer en ese abismo TAG.

Esta proyección espanta a algunos financistas. Consecuentemente, grupos tales como la Asociación Americana de Banqueros están legislando para que el TAG se extienda. Pero aunque Harry Reid, el líder mayoritario del Senado, ha introducido un anteproyecto solicitando eso, algunos republicanos y grandes bancos están luchando en contra. Ellos insisten en que la extensión de las medidas de “crisis” como es el caso del TAG simplemente crearán aún más distorsión del mercado, causando más dolores de cabeza más adelante.

Es difícil predecir cómo esto se desarrollará en este clima político. Pero mientras tanto, hay una lección a ponderar por parte de los inversionistas.

Cuando el TAG fue introducido parecía una excelente idea; y en los últimos años este ciertamente ha sido valioso. Pero el problema con las medidas de apoyo del gobierno es que ellas tienden a volverse peligrosamente adictivas, y difíciles de salir suavemente.

Debajo de la apariencia de calma en los mercados financieros en el presente, la realidad es que muchos engranajes semiocultos en la máquina financiera están dislocados, sino rotos.

Y la tarea de arreglar esos engranajes apenas ha comenzado. Los políticos e inversionistas olvidarían esto a su propio riesgo. Particularmente cuando Washington está jugando un juego tan peligroso sobre otro, más visible, el abismo fiscal.

La cifra

600 millardos de dólares.  Es lo que se prevé será la crisis fiscal el 31 de diciembre.  ¿qué sucederá cuando ese TAG expire el 31 de diciembre?, se preguntan algunos.

EEUU adoptará Brent como precio petrolero de referencia

Gregory Meyer

New York

El gobierno de EEUU ha abandonado el crudo producido localmente y ha adoptado un rival del Mar del Norte para su precio petrolero de referencia.

El movimiento por parte de la Administración de Información Energética de adoptar al crudo Brent en su proyección energética anual en vez del West Texas Intermediate (WTI, por sus siglas en inglés) marca el último reconocimiento de que la resurgente producción local tendrá efectos duraderos en los precios.

La agencia, una división independiente del Departamento de Energía de EEUU, dijo que realizó dicho cambio porque los precios minoristas de combustibles tales como la gasolina y el diesel ahora siguen al Brent más cercanamente que al WTI.

“Este cambio se hizo para reflejar mejor el precio que las refinerías pagan por la electricidad importada, por el petróleo crudo dulce, y para tomar en cuenta la divergencia de los precios del WTI de los  crudos comerciados globalmente que sirven de benchamrk como el Brent”, dijo la agencia.

El precio del WTI dramáticamente ha quedado detrás del Brent desde finales del 2010 cuando Canadá y algunos estados de EEUU como Dakota del Norte y Texas rápidamente incrementaron la producción.

La producción ha “superado la infraestructura de transportación que se necesita para mover el crudo” desde Oklahoma, el punto de entrega para los futuros de WTI que sirven de benchmark, para los mercados globales, dijo la AEI.

Brent también tiene problemas, incluyendo la decadente producción en el Mar del Norte.

Los comerciantes, sin embargo, han emigrado al benchmark con los volúmenes futuros del Brent sobre el intercambio ICE Futures Europe por encima de un 12% en el año hasta la fecha y las opciones sobre los futuros Brent por más de un 300 por ciento.

El S&P GSCI, el índice de materias primas más seguido por los inversionistas, agregará peso al Brent y reducirá la exposición al WTI el próximo año.

En los mercados de futuros, el ICE January Brent estuvo a $107.17 el barril, bajando $1.82. El Nymex January WTI vendió por $85.87, bajando $1.97. Los dos se han comerciado a una diferencia de más de $20 desde octubre.

La AEI pronostica que la producción de petróleo crudo local continuará creciendo a una tasa promedio anual de 234,000 barriles al día, llegando a un pico de 7.5 millones de barriles diarios desde 5.7 millones el año pasado.

 La AEI espera que el descuento del WTI eventualmente se reduzca, promediando alrededor de $9 por barril en el 2013 y el 2014, disminuyendo cerca de $2 después del 2020.

VERSIÓN AL ESPAÑOL DE ROSANNA CAPELLA

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