¡Téngase miedo,
Leonel Fernández: inicio del fin de su ciclo de poder personal!

¡Téngase miedo,<BR>Leonel Fernández: inicio del fin de su ciclo de poder personal!<BR>

DC. No sé si observó que en el segundo mandato del presidente Leonel Fernández, iniciado en 2004, apareció una curiosa caricatura que simboliza, a mi juicio, la burla al estado de pasividad y domesticación política del pueblo dominicano constatada por Hipólito Mejía y recomendada a Fernández como receta de gobierno  porque ese pueblo desorganizado está dispuesto a aceptar las ignominias más grandes.

JRHdez. En efecto, esa caricatura es del 24 de noviembre de 2007 y fue publicada por el difunto Harold Priego en “Diario Libre”. Lo que sorprende en esta segunda fase de la construcción del ciclo del poder personal de Fernández es que esa afirmación de Mejía se haya cumplido al pie de la letra. Y que luego, en 2008, haya sido reelecto y haya coronado su victoria con la derrota de Vargas Maldonado sin que el PRD alcanzara un solo senador (caso inaudito en la historia del PRD). Y más insólito es que no haya habido consecuencias y que, al contrario, este político haya acrecentado su poder en ausencia del apoyo de las bases y el liderazgo medio del partido, pero apoyado en el control legal de la organización.

DC. Correcta apreciación, aunque debe resaltarse que cuando un ciclo de poder personal está en proceso de construcción, no conoce límites y el príncipe se muestra un dominador de todos los escenarios. Pero hay uno que no debe descuidar jamás: el dominio de lo jurídico a fin de que todas sus acciones aparezcan como legales y constitucionales y que su intervención en tales acciones aparezca como ajena a su persona y, en segundo lugar, estará dispuesto, en una sociedad dominicana volcada hacia el dinero fácil y rápido, a corromper a quienquiera dé signos de corromperse a cambio del apoyo al príncipe. En el caso de nuestra sociedad, Leonel no ha tenido necesidad de reprimir o matar porque la política neoliberal que domina a escala planetaria disfraza la corrupción y la extracción de plusvalía con la máscara de la transparencia, el democratismo y sus elecciones pacíficas cada cuatro años.

JRHdez. En nuestro caso, como lo proclamó Fernández hace ya bastante tiempo, es posible que estemos en proceso de construcción de un modelo de sociedad y poder parecido al del PRI mexicano. Hace apenas días el mismo  Fernández volvió a evocar ese modelo en su discurso de apertura del congreso del PLD cuando aseveró, enfáticamente, que a esa organización le quedaban todavía veinte años más en el poder y que esta se había convertido en una fábrica de presidentas –en alusión a su esposa, vicepresidenta de la República–, de presidentes, senadores, diputados y alcaldes, forma esta de halagar y despertar las apetencias de los aspirantes a esos cargos, pero en abierta alusión a su persona, ya que nadie dentro del PLD tiene capacidad ni recursos para disputarle la candidatura presidencial en 2016.

Y menos Danilo Medina, quien en tres años de gobierno que le quedan, se ven muy remotas sus posibilidades de modificar la Constitución y reelegirse, tal como hizo Mejía en 2004.  A esto se añade la ausencia de control de las cámaras legislativas, únicas que pueden reformar la Constitución y, en el ámbito político, la falta de control de los comités político y central del partido. Ni hablar de las altas cortes y la Junta Central Electoral. El poder absoluto de que goza  Fernández es tan incontrastable que le permite avisarle a Vargas Maldonado y a Mejía que juntos o separados están ya derrotados.

DC. En ocasión anterior,  Fernández había enunciado ese modelo priista para el país. Aunque había predicho que el PLD gobernaría unos cincuenta años. Esta vez parece que le ha rebajado algo, a menos que con tal reducción no esté cavilando conscientemente que la vida no le alcanzará para realizar esa proeza y se haya conformado con una cifra más modesta para sus aspiraciones, pues si el partido está en el poder veinte años más, es posible que para esa fecha Fernández ronde los 80 años y la biología esté a punto de dar cuenta de él o lo haya hecho ya.

JRHdez. Claro, hay que contar con la biología. Todos moriremos un día. Pero  lo que deseo enfatizar es esa corrupción generalizada en la que está inmersa la sociedad dominicana en su afán por obtener dinero fácil y rápido. La consecuencia  es el alto precio que hemos debido pagar y que se ha traducido en una ausencia total de respeto a la Constitución, a las leyes, resoluciones, reglamentos y a las formas de convivencia humana. Y por supuesto, esta ausencia de respeto al orden ha generado una violencia intersocial extraordinaria. Si los medios de comunicación dieran cuenta diaria de ella, fuera cosa espantable y no se podría salir a la calle.

DC. No se alarme. Toda esa violencia contenida y reprimida por las distintas clases y fracciones y por los proletarios que han quedado al margen de la acumulación de riquezas por la vía legal, para sobrevivir, en vez de volcar su rabia y resentimiento en contra los gobiernos y enfrentarlos, algo imposible porque están despolitizadas, desmovilizadas y listas para aguantar cualquier cosa, como le dijo Mejía a Fernández, a lo que atinan es a matarse entre sí, desde el delincuente de cuello blanco hasta el humilde atracador que roba celulares y carteras.

Cuando ven y palpan la realidad de esos veinte y tanto miembros del comité político y del central, esas clases sociales tratan de imitar tales ejemplos de mostración de riquezas que avergüenzan al país, como son las grandes y toscas mansiones y carros de lujo que ni en España, ejemplo de corrupción y cultura que más nos toca,  ni en otros países europeos los jefes de gobierno se atreverían a pasearse en un Bentley o un Rolls-Royce como los que exhiben nuestros políticos nuevos ricos. Es cosa de espanto. Antes de 1996, todos los peledeístas eran pobres, excepto Selman y unos pocos que tenían medios de producción.

Pero analice estos escasos ejemplos. Vea la foto de portada del libro de Fernández titulado “Años de formación. Escritos políticos de vanguardia”. Fíjese en el librero detrás de la mecedora, montado en tablas sostenidas por bloques rojos calados. Colocada como símbolo de humildad y pobreza,  como fue la intención de esta decisión inconsciente del gran comunicador. Recuerde que solo en 2000, al salir del primer mandato, Fernández declaró un patrimonio de 11 millones de pesos.

No digo que no los heredara o tuviera, pero un hombre que antes de asumir el poder decía estar en malas y que dos amigos hubieron de diligenciarle un modesto puesto de  ayudante del Abogado del Estado, aparte de su cargo de humilde profesor del Departamento de Sociología de la UASD, esos dos empleos no generan millones.

En doce años de ejercicio del poder, solamente con los bienes que vale Funglode, su anexo del Instituto Global, la biblioteca y los bienes y oficina en el exterior, sin examinar la realidad o la ficción de su última declaración jurada de bienes, es para espantarse.(Continuará).

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