Tengo sed insaciable con vinagre

Tengo sed insaciable con vinagre

De las siete palabras pronunciadas por Jesús en la cruz, la quinta fue la que más recordó la naturaleza humana y sus necesidades derivadas. En la primera pidió al Padre el perdón de sus verdugos. En la segunda prometió vida eterna a un compañero de pasión. La tercera fue una encomienda –  adopción entre madre e hijo. La cuarta gritó su percepción de abandonado.

Después recuerda haber cumplido la profecía al encarnarse hasta encomendarse al Creador.

“Tengo sed” nos recuerda las necesidades de nuestro cuerpo compuesto por dos terceras partes de agua.

¿Cuántas horas tuvo Jesús sin agua? 

Arrestado la noche anterior fue llevado a jerarcas que le acosaron, azotaron, abofetearon y ataron; en cuyo vaivén le sorprendió la madrugada en la que cantó el gallo ante las negaciones de Pedro.

“De mañana” fue enviado a Pilatos quien lo flageló, coronó de espinas y remitió a Herodes. A la “hora sexta” lo entregó para ser crucificado hasta expirar en la “hora nona”  previa exclamación de su sed.

Desde la última cena hasta esa hora, 3 p.m., con sus seguidores esparcidos, negándolo; nadie pudo ofrecerle con qué saciarla; hasta que en la hora postrera quiso recordar las necesidades de su cuerpo, de nuestro cuerpo, de los cuerpos que compone su Cuerpo.

En el clímax de su pasión reiteró su condición humana como en su vida lo había evidenciado. Se cansó en el pozo donde encontró la samaritana, tuvo hambre después de su ayuno, durmió en medio de la tempestad de la barca cuando los discípulos se asustaron, se regocijó cuando éstos regresaron alegres de su encomienda de dos en dos, se turbó, conmocionó y lloró cuando vio a Marta y a María llorar por la muerte de su hermano Lázaro,

Hoy por igual nos cansamos, dormimos en medio de tempestades, lloramos. Sentimos hambre y sed, ampliamente entendida, incluso de la justicia mencionada en las bienaventuranzas “que serán saciados”

Solo que, como a Jesús, nos están ofreciendo vinagre para saciarla; el cual rechazó como para aleccionarnos que su sed no se sacia con el vinagre que disponían los custodios designados por los jerarcas de turno.

La crisis económica que estamos viviendo magnifica el cansancio, turbación, conmoción y lloro, hambre y sed, de alimentos y agua, pero también de justicia, incluyendo la social y distributiva; mientras los jerarcas de turno nos ofrecen el vinagre del clientelismo, abusos tributarios, dispendio de recursos, endeudamientos, abandono de fuerzas productivas, deterioro e irrespeto institucional, corrupción, connivencia y complicidad entre el liderazgo nacional.

Vinagre que debemos rechazar. Aquí, ahora.

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