Hay muchas áreas y formas de tentaciones en que el ser humano puede deslizarse caer y deshumanizarse. Estos males están entre dirigentes religiosos, políticos activos, miembros de las fuerzas armadas, empresarios sin escrúpulos y personas de todas clases y condiciones.
Algunas de las áreas más comunes y susceptibles de las tentaciones son un primer lugar: uso y abuso de la pretensión del ejercicio del poder, como convertir piedra en pan. Este fue el caso al que fue expuesto Jesús después de su bautismo en el río Jordán y luego de ayunar por un largo tiempo. La reacción de Jesús a esta insinuación fue rechazada; pues, no sólo de pan vivirá el ser humano.
Una segunda área de susceptibilidad es pretender ser superior, actuar con ostentación, arrogancia y tratar de dar demostración de poseer facultades para desafiar las leyes naturales. Jesús fue expuesto a esta seducción cuando fue provocado para tirarse desde la parte más alta del templo, porque la Escritura dice: Dios mandará que sus ángeles te cuiden. El Rabí de Galilea rehusó desafiar las leyes físicas y respondió diciendo: No pongas a prueba al Señor tu Dios. Con estas palabras Jesús da signos de humildad y raciocinio tomando en cuentas la siguiente amonestación: No ambiciones tener autoridad, si no eres capaz de poner fin a la arrogancia. (Eclesiástico 7:6)
La tercera área donde comúnmente se pone a prueba al ser humano, es en ejercer dominio sobre otros, cultivar, acumular y poseer bienes materiales sin discreción ni legitimidad.
El Nazareno puso en evidencia su conocimiento del pensamiento de Dios, su decisión de cumplir cabalmente con el propósito divino y estar conforme a esta cita: No confíes en riquezas mal habidas, pues de nada te servirán el día del castigo. (Eclesiástico 5:8)
Entre las muchas áreas de tentaciones se pueden reiterar estas tres; primero: uso y abuso del poder, segundo: pretender tener facultades para desafiar la naturaleza y tercero: ejercer dominio sobre otros y acumular bienes materiales sin discreción ni legitimidad. Estas están de manera palpable en todas las personas y niveles sociales.
No hay fácil escapatoria a estas atracciones porque la mente, el corazón y las ganas de usar el poder, de desafiar las leyes naturales y de poseer bienes materiales a como dé lugar, son retos ante personas de todas clases y condiciones, pero muy especialmente los que ejercen poder temporal; los que creen que están ungidos por favor cuasi-divino; los que rebozan de ambición; los que creen que es propio de su destino el apoderarse de todo lo que se puede alcanzar sin moderación ni justificación.
Estas áreas de tentaciones arriba señaladas confrontan a muchos de modo tajante cuando se aprovechan de las circunstancias, la oportunidad, la capacidad y la destreza de potenciar sus influencias en beneficio personal o grupal.