En una entrevista al periódico El Mundo, de Nueva York, la teóloga estadounidense Janet Smith afirma que el problema de los abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica no podrá resolverse solo con la dimisión de algunos obispos, ni tampoco con nuevas directrices burocráticas provenientes del Papa Francisco. “El problema”, dice, “son las redes homosexuales existentes en el clero, que tienen que ser erradicadas”.
Smith, profesora del Seminario del Sagrado Corazón de Detroit, Michigan, describe tales redes como “La Mafia Lavanda”, una expresión que alude al hábito púrpura cardenalicio y el color rosa. Antes ha sido catedrática de la Universidad de Notre Dame y de la Universidad de Dallas, Estados Unidos.
Ella abordó la crisis eclesial luego de conocerse las renuncias del obispo de Washington, cardenal Donald Wuerl, por encubrimiento, las acusaciones contra su predecesor Theodore McCarrick, el Informe del Gran Jurado de Pennsylvania y la carta del exnuncio Viganó. A su juicio, se trata de un grupo de homosexuales activos a nivel global, que se protegen entre sí para tomar el control de las diócesis. Muchos llegan a posiciones de poder desde las cuales ejercen presiones contra los sacerdotes contrarios a su estilo de vida corrupto. Los boicotean y ayudan a sus partidarios a escalar en la jerarquía eclesiástica. “Son gente tipo Harvey Weinsteins (homosexuales con sotana), depredadores que abusan de su poder para obligar a otros curas y seminaristas a mantener relaciones con ellos”.
Dijo que los homosexuales activos no respetan el voto de castidad. Están los curas pederastas, que son minoría; los que tienen relaciones consentidas con seminaristas y los de pareja estable, sea hombre o mujer, pero existen homosexuales castos.
Conclusión: Yo confío en que el papa Francisco solucionará esta calamidad con la sabiduría de Dios.