Teoría y práctica

Teoría y práctica

Desde ayer, lunes 27 de setiembre del año 2004, la administración de justicia ha sido puesta ante la perspectiva de una especie de revolución. La proclamación, en acto solemne, de la vigencia de la ley 76-02, que establece un nuevo Código Procesal Penal, provee un instrumento jurídico de altísimo valor, que permitiría erradicar prácticas denegatorias mediante las cuales fueron violados los derechos de miles de ciudadanos y que, entre otras cosas, han estado dando lugar al apremio corporal caprichoso, prisión preventiva sin término y procesos judiciales sin plazos fatales para su conclusión. Todas estas prácticas siempre riñeron con el derecho a la libertad, que es el estado natural del individuo.

Las nuevas pautas llevan al estrellato al Ministerio Público, que dirigirá la investigación y sustentará la acusación sobre la base de evidencias. La delicadeza de su papel obliga a que se le provea de cuantos recursos y facilidades sean necesarios para que pueda hacer su trabajo como manda esta ley.

Esta legislación, que fuera promulgada el 19 de julio del 2002 y que entrara en vigencia parcial desde noviembre del 2003, deberá ser ahora materia de rigurosa práctica y aplicación, porque dejar todo su contenido en la teoría le haría al país más daño que el mal que estamos tratando de corregir.

Lo que obliga a reflexionar de este modo es la experiencia que hemos tenido con otras «revoluciones», que en cuanto a teoría han deslumbrado a todos, pero en términos de práctica han sido decepcionantes. El gran salto cualitativo que prometía ser la Seguridad Social no ha pasado de ser una teoría que no ha cuajado en práctica. A partir de esta «revolución», lo que hemos tenido es hospitales ahogados por las carencias y un Instituto Dominicano de Seguros Sociales que ha perdido su esencia.

Para el país sería muy delicado que estando la sociedad acosada por una desafiante delincuencia y una criminalidad que no da tregua, ocurra con la ley 76-02 algo similar a lo que ha ocurrido con la Seguridad Social. Hagamos todo el esfuerzo necesario para que haya plena concordancia entre la teoría y la práctica.

Dengue

El dengue ha sido de por vida una de nuestras endemias perniciosas.

En los últimos días su incidencia parece haber cobrado ímpetus, motivando el internamiento de varios niños.

Hay razones valederas para preocuparse por la aparición de casos de esta enfermedad, pues las recientes inundaciones, que dejaron incomunicadas numerosas poblaciones, propician la multiplicación del mosquito transmisor.

En gran medida, el dengue es una enfermedad que la propia familia puede ayudar a controlar, con solo eliminar las aguas estancadas en el entorno de la casa.

Quizás sería prudente que las autoridades sanitarias desarrollen campañas de fumigación para eliminar mosquitos y sus huevos y larvas, como forma de reducir las posibilidades de contagio.

El hecho que el dengue sea endémico en nuestro país no debería condenarnos a pasarlo por alto, sino que debemos desplegar los esfuerzos necesarios para combatirlo y disminuir su incidencia a su mínima expresión.

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