Despuntaba la década de los 60. Por fin se había producido la desaparición de la dictadura trujillista.
Comenzaban a respirarse aires de libertad. Se iniciaban los movimientos de diferentes formas de pensamiento.
Los grupos estudiantiles cobraban vigencia. Los partidos motivaban a los jóvenes a participar en sus barrios. La formación ideológica era prioritaria para algunos de los partidos y movimientos políticos.
En medio de esas actividades propias de la época, el movimiento socialcristiano, con presencia de grupos estudiantiles, universitarios y barriales, inició cursos de formación política a todos los niveles. Constituyéndose en una condición indispensable para poder, de forma organizada, participar en cualquiera de ellos.
Cursos de formación aquí y fuera del país. Creándose tal vez el más importante organismo del movimiento socialcristiano: el de Doctrina y formación.
Los barrios o sectores que más presencia socialcristiana tenían eran: Ciudad Colonial, Ciudad Nueva, Gazcue, San Juan Bosco, San Carlos, Villa Juana, Villa Consuelo, Villa Duarte. Pero la insistencia en los cursos de formación y seminarios, en cierta forma, y a juicio de los críticos, estaban provocando el abandono de algunas actividades organizativas indispensables para mantener presencia hegemónica de los grupos socialcristianos, lo que dio pie al surgimiento de un movimiento interno que reclamaba más presencia y atención a las bases, a los barrios.
Un grupo integrado por dirigentes de Villa Juana, San Juan Bosco, Villa Consuelo y Villa Duarte, entre ellos Jimmy Sierra, Abercio Castro, Juanito Fernández, Jorge Cruz Reyes, Héctor Suncar, Marcial Romero, Juan Francisco Herrá (El Che), comenzaron a criticar que se daba más énfasis a la formación y los seminarios que a los trabajos con la base.
Reclamaban teoría y práctica.
No había actividad en la que no surgieran los comentarios de: “Ustedes solo viven teorizando. Analizando. En seminarios. No aterrizan. No van a los barrios”.
Dentro de ellos uno de los que más énfasis ponía en sus críticas era Jimmy Sierra. Razón por la cual, cuando llegaba a las reuniones o actividades, todos decían: llegó Jimmy a atacar a los teóricos. Y empezamos a llamarlo como él mismo decía a quienes criticaba: Jimmy el Teórico.
Y como cosas de la vida, hace aproximadamente un año, en un encuentro generacional amistoso, momento en que nos encontrábamos entre otros: José Joaquín Puello, César Mella, el Gordo Oviedo, Jimmy Sierra, Fernando Morales Billini y quien esto escribe, el Gordo Oviedo, ido a destiempo al igual que Jimmy, dijo en el grupo en su forma característica y particular, que todos los presentes recordarán, que a Jimmy le había salido la cosa al revés.
Porque comenzó a llamar teóricos a otros de forma peyorativa, pero el que se quedó con el calificativo de Teórico fue él, aunque ahora de forma elogiosa. Así comenzó todo. Y nosotros también estábamos ahí.
La de los años 60 fue una época especial. Si se quiere romántica. Teníamos diferencias de criterios, pero mantuvimos una amistad y respeto que llega hasta nuestros días. No solo entre los socialcristianos, sino, con todos los que confesaban otras ideologías. Éramos, somos y seremos amigos por siempre.