El tercer concierto de la Temporada Sinfónica, bajo la dirección del maestro Jorge Ledezma-Bradley, traía como gran atractivo la interpretación del concierto para piano y orquesta de F. Schumann, en el que actuaría como solista invitada de la pianista Damaris Morales. Pero previo al inicio, se comunicó al público que dicho concierto no sería tocado, por lo cual la dirección de la OSN pedía excusas.
Anunciaron que, en su lugar, sería interpretado el concierto No. 2 en Re Menor Op.9, para oboe y orquesta de Tommaso Albinoni.
Las excusas no convencieron a nadie, cada cual hizo sus propias conjeturas, y es que no es común que un intérprete, sin un motivo valedero, cancele horas antes de su presentación. ¿Qué había pasado realmente?, ¿algún insalvable desacuerdo con el director o falta de profesionalidad e inseguridad tal vez, por parte de la solista? Ciertamente, no lo sabemos.
Sin embargo, tras la frustración, el concierto de Albinoni, exquisitamente interpretado por la orquesta, que debió prepararlo en muy pocas horas, y la excelente participación del primer oboe, Dejan Kulenovic, transformó la frustración en deleite desde los primeros sonidos lentos, sublimes, del oboe, que llenaron de encanto el recinto de la Sala Carlos Piantini. Finalmente el público, puesto de pie, ovacionó a Kulenovic, a la orquesta, y al director. A eso se llama profesionalismo.
Lo nacional
La música dominicana estuvo presente en el tercer concierto. De la autoría del compositor Darwin Aquino, fue interpretada Congofonía para orquesta, basada en expresiones musicales derivadas de nuestro sincretismo cultural.
La obra es un homenaje a Sixto Minier, capitán de la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo de Villa Mella. El ritual mágico religioso es la impronta en esta obra vanguardista.
La clave
1. Cierre
El concierto cerró con la Sinfonía No. 3 en Mi bemol mayor, -Renana- , obra luminosa, poética, bella. Cada uno de sus cinco movimientos tiene un motivo expreso. Con el movimiento Lebhaft -vivaz- cierra esta obra importante.