Teresa Gómez – Cartas al director

Teresa Gómez – Cartas al director

[b]Señor director:[/b]

Todas las tragedias familiares me afectan, pero de muy mala manera me afectó la del arenero de San Cristóbal, una muestra horrorosa de lo mal que andan en nuestro medio muchas relaciones familiares. Lo grave es que parece ser tendremos que acostumbrarnos a esas noticias horripilantes, porque aquí la complicidad y permisividad crecen como la verdolaga y muy bien le va a los perversos, máxime si son ricos. Compran padrinos por doquier y es una lástima que la justicia no sea una excepción.

Es feo hablar mal de los muertos, porque no pueden defenderse; pero ese hecho no se puede obviar porque total una no sabe si será la próxima víctima. Además no es bueno hacerse cómplice con el silencio de las barbaridades, que por frecuentes forman parte de nuestra cotidianidad. Muchas gentes dicen que las maldades de ese arenero con su familia y la sirvienta no eran excusas para matarlo. La vida es el tesoro más preciado que tenemos y un don de Dios, pero no podemos hacer maldad, lamentablemente quien siembra cizaña luego la recoge. Ese arenero con su familia hacía gala de la ira, un pecado capital y si no le cogen adelante, en un arranque de ira hubiera matado a la mujer, los hijos, la sirvienta y también a los animales domésticos.

El miedo y la permisividad nos arropan y tenemos que pedir a Dios nos agarre confesados, porque el futuro de nuestro país es tétrico y luctuoso, eso es pesimismo y como hablar de optimismo si muchísimos tenemos el criterio de que a este le pasara lo mismo que al hijo de Limbert, lo mataran y desaparecieran unos personeros que poco o nada les importa el futuro de este país.

Es tiempo de que nuestras autoridades entiendan que las tragedias familiares se deben a una crisis grave de la educación en valores, muy distorsionados en estos tiempos. La situación es tan calamitosa que en América Latina nuestro país lleva la delantera en las tragedias familiares y muy bien nos encaja lo que expresó un estudioso de la conducta: «en los hogares preparamos bombas de tiempo para que exploten en la sociedad». Nos acogotan la falta de orden, disciplina y sinceridad y así no podemos seguir.

Necesitamos hogares y escuelas idóneas, pues son la primera y segunda fuente de socialización, una Salud Pública que este en lo que debe estar, un Sistema Judicial con credibilidad e Iglesias con curas y pastores que entiendan que Jesús es verbo no sustantivo. Si las instituciones aludidas no abandonan su letargo pronto nuestro país será tierra de nadie y se salvara quien pueda.

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